El Gran Aventura de Luigi la Manzana



Era una mañana brillante en el aula de 4 años de la escuela infantil del barrio. Los niños estaban muy emocionados porque esa mañana recibirían una visita especial. -¡Hola, chicos! -dijo la maestra Clara, mientras abría la puerta. -Hoy nos visita Luigi, una manzana muy simpática que sabe un montón sobre su propia especie.

Los niños brincaron de alegría. En un instante, la puerta se abrió todavía más y apareció Luigi, una manzana roja, con ojos grandes y una gran sonrisa. -¡Hola, pequeños! Soy Luigi, la manzana, y estoy aquí para contarles todo sobre nosotros, las manzanas.

-¡Hola, Luigi! -gritaron al unísono los niños, levantando las manos.

Luigi empezó a contarles sobre su origen. -¿Sabían que las manzanas crecen en los árboles? Y que hay muchas variedades, como las verdes, las amarillas y las rojas como yo.

-¡Yo quiero ser como vos! -exclamó Sofía, con su cabello rizado revuelto.

-¡Yo también! -dijo Lautaro, mientras jugaba con su lápiz.

Así, Luigi les compartió curiosidades sobre sus beneficios: -Las manzanas son muy saludables. ¡Comer una al día te hace fuerte y feliz! Aprendamos juntos sobre su vida: crecen, maduran y luego llegan a las tiendas y a las casas de las personas.

Los niños escuchaban embelesados, pero entonces, mientras Luigi explicaba cómo se hace el jugo de manzana, un viento fresco sopló por la ventana. -¡Ay, me temo que tengo que irme! ¡Un momento! -gritó Luigi, pero justo en ese instante, un pequeño viento lo levantó y, ¡puf! desapareció de la vista de los niños.

-¿Dónde está Luigi? -preguntó en voz baja Mateo, sintiendo un nudo en la barriga.

La maestra Clara se preocupó y dijo: -Chicos, necesitamos encontrar a Luigi. Pero creo que él dejó unas pistas para ayudarnos. Más que nunca, ¡tenemos que trabajar en equipo!

Los niños se entusiasmaron y empezaron la búsqueda por el aula. Clara encontró una nota pegada en la pared, que decía: 'Para encontrarme, busquen donde el sol brilla más'.

-¡Eso debe ser la ventana! -dijo Sofía, corriendo hacia allí. Al acercarse, encontraron otra pista: 'Soy colorido y a veces redondo, pero me mezclo con otros colores. ¡Busquen donde la pintura se guarda!'

-¡En el armario de la pintura! -gritó Lautaro, emocionado.

Cuando abrieron el armario, encontraron otra nota que decía: 'Me encuentras por la tarde, donde los cuentos brillan. ¡Miren libros para seguir buscando!'

Los niños corrieron hacia la estantería de libros. Allí, entre cuentos de hadas y animales, encontraron a Luigi escondido entre las páginas de un libro de frutas.

-¡Ahí estás, Luigi! -gritaron todos, felices de hallarlo.

Luigi salió del libro, y exclamó: -¡Estoy aquí! ¡Es tan divertido perderse cuando tengo amigos como ustedes para encontrarme!

Los niños, aliviados, lo rodearon y le dieron un gran abrazo. -Gracias por las pistas, Luigi. ¡Nunca más te dejaremos ir sin avisar! -dijo Mateo, entre risas.

Desde entonces, Luigi no solo compartió su conocimiento sobre manzanas, sino que también aprendió sobre la importancia de la amistad y cómo trabajar en equipo. Así que cada vez que alguien dice que se va de viaje, los niños se aseguran de que lleve siempre su mapa. Y de tanto en tanto, Luigi les cuenta más historias, pero esta vez, las recuerda con mucho más cariño.

Y así, todos los días, en esa aula brillante, se escuchan risas y aprendan sobre el mágico mundo de las frutas.

FIN.

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