El Gran Aventura del Aseo Urgente



Un día soleado, en la plaza del barrio había una feria. Había juegos, comida deliciosa y muchas risas. Tomás, un niño de diez años, estaba disfrutando de un gran algodón de azúcar. Pero, de repente, sintió una urgente necesidad de ir al baño. Se dirigió rápidamente hacia los letreros que indicaban la dirección del baño, solo para encontrarse con una fila interminable de personas esperando.

Tomás miró hacia adelante y vio que había cinco personas delante de él. Se acordó de que su mamá siempre le decía que debía ser paciente, pero esa espera parecía eterna.

- “¿No puede haber un baño mágico que haga desaparecer colas? ” - pensó mientras miraba el reloj en su muñeca.

Decidido a no rendirse, Tomás se acercó al primero de la fila, un hombre alto que llevaba una gorra.

- “Perdón, señor, ¿podría dejarme pasar? ¡Es muy urgente! ”

- “Lo siento, chico, pero todos estamos esperando, igual que vos” - respondió el hombre con amabilidad.

Tomás asintió y se movió al siguiente. Era una señora mayor con un carrito lleno de cosas para vender.

- “Disculpe, señora, ¡yo realmente necesito ir al baño! ¿Podría dejarme pasar? ”

- “Ay, niño, lo siento. Yo también tengo una enorme necesidad de ir, pero todos estamos en la misma situación” - contestó la señora.

Tomás sabía que debía ser más ingenioso. Miró a su alrededor buscando una solución. Entonces Maca, su mejor amiga, llegó corriendo.

- “¿Qué pasa, Tomi? ¿Por qué esa cara? ”

- “Tengo que ir al baño pero hay una cola gigante. No sé qué hacer” - contestó Tomás, rascándose la cabeza.

- “¡Ya sé! ¿Y si te disfrazás de una figura famosa? Tal vez todos te dejen pasar”.

Tomás comenzó a pensar. ¿Quizás podría hacerse pasar por alguien reconocido? Miró hacia la entrada del baño y, de repente, una idea brillante iluminó su mente. Se puso una capa que tenía a mano y subió sobre una caja para llamar la atención de todos.

- “¡Atención! ¡Atención! Soy el Gran Mago de la Plaza! ¡Necesito pasar al baño para cargar mi varita mágica…”

Las personas empezaron a reír y, aunque al principio todos estaban incrédulos, pronto se sumaron al juego.

- “¡El Gran Mago! ¡Que pase, que pase! ” - gritó un niño en la fila, y pronto todos aplaudían con entusiasmo.

Tomás aprovechó ese momento y, mientras todos reían, él logró avanzar varios lugares. Pero cuando llegó casi al frente, se dio cuenta que tenía que ser honesto.

- “¡Esperen un momento! ” - gritó. “¡Soy Tomás, un niño de diez años, y solo quiero ir al baño urgentemente! Esto fue solo un juego para que me dejen pasar.”

Todos se quedaron en silencio por un instante, pero luego comenzaron a reírse de nuevo.

- “Tienes coraje, pibe. Adelante, ¡sabemos lo importante que es! ” - dijo el hombre de la gorra, sonriendo.

Finalmente, Tomás pudo entrar al baño. Se sintió aliviado, pero también pensó que la honestidad es valiosa. Aunque había sido astuto, entendió que siempre es mejor ser sincero. Al salir, Todos lo recibieron con aplausos y sonrisas.

- “¡El Gran Mago ha regresado! ” - exclamó Maca, haciendo que todos rieran

Tomás sonrió al recordar su aventura en la fila. Había aprendido a ser creativo y a valorar la honestidad, y que a veces, una situación incómoda puede transformarse en un divertido juego.

Desde ese día, cada vez que pasaba por la plaza, recordaba su historia y sabía que ser ingenioso y sincero siempre vale la pena.

FIN.

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