El Gran Baile de Colores
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde todo era colorido y divertido, una niña llamada Lila. Lila adoraba jugar con los colores. Desde que se despertaba hasta que se iba a dormir, estaba rodeada de sus lápices, pinturas y papeles de todos los tonos imaginables. Un día decidió que quería hacer algo especial con sus amigos.
"Hoy quiero hacer una gran fiesta de colores y bailar con todos!" - exclamó Lila emocionada.
Sus amigos, Tomás, Sofía y Diego, la miraron con entusiasmo.
"¡Súper idea!" - dijo Sofía saltando de alegría, "Podemos hacer arte, bailar y comer cosas ricas. ¿Y si hacemos un rincón de pintura para que todos puedan participar?"
"¡Sí!" - agregó Tomás, "Podemos usar los colores para decorar el lugar. ¡Va a ser increíble!"
Los cuatro amigos se pusieron manos a la obra. Lila sacó grandes carteles de cartón y empezó a pintarlos con los colores más brillantes. Diego, siempre curioso, propuso:
"¿Y si hacemos un juego? Los que lleguen tienen que optar por un color específico y bailar solo con ese color en mente. ¡El que elija el color azul puede moverse como el agua!"
"Y el amarillo puede saltar como los rayos del sol!" - dijo Sofía riendo.
Mientras preparaban todo, Lila notó una nube negra en el cielo. Se preocupó un poco, pero decidió no dejar que eso arruinara su día. "Tal vez la nube traiga solo un poco de sombra. Aún así, seguiré adelante" - se dijo a sí misma.
Con todo listo, organizaron la fiesta en el parque central de Arcoíris. Decoraron con serpentinas de colores y pusieron mesas llenas de bocadillos coloridos: gelatinas de diferentes sabores, frutas cortadas y chipas de colores. Cuando llegó la hora, los niños comenzaron a llegar, pero la nube negra se volvió más oscura y comenzó a llover.
"¡No puede ser!" - gritó Lila.
Los amigos se miraron preocupados.
"La fiesta se va a arruinar" - susurró Diego.
Entonces Sofía sugirió: "¡Esperen! ¿Y si llevamos la fiesta bajo el árbol? Allí podemos seguir con el baile y la diversión. ¡No dejemos que la lluvia nos detenga!"
"¡Es una gran idea!" - dijo Lila con una sonrisa renovada.
Así que corrieron hacia el gran árbol que les daba sombra y empezaron a bailar. A medida que la lluvia caía, la música sonaba más fuerte y los colores se mezclaban aún más vibrantes. Los amigos comenzaron a imitar los estilos de baile de los colores que habían elegido. Lila, en un momento inspirado, gritó:
"¡Vamos a crear una danza del arcoíris! Cada uno con su color, haciéndolo con los movimientos más divertidos que se nos ocurran."
Los niños empezaron a moverse, cada uno expresando su color a través del baile. Lila se sentía tan feliz viendo a todos sonreír y moverse. Fue entonces cuando notaron que la lluvia estaba parando y que un hermoso arcoíris comenzaba a formarse en el cielo.
"¡Miren eso!" - exclamó Tomás.
"Es como si estuviera bailando con nosotros" - dijo Diego mirando el cielo maravillado.
La lluvia había traído consigo no solo un momento de preocupación, sino el regalo de la belleza. La fiesta continuó y todos juntos corrieron a bailar bajo el arcoíris. Al final, Lila se dio cuenta de que aunque la lluvia había intentado detener su día especial, le había dado algo aún más hermoso: un recuerdo que nunca olvidaría. Juntos, habían convertido un día nublado en una celebración vibrante y llena de colores.
"Hoy aprendí algo importante" - dijo Lila. "No importa cuán oscura parezca la nube, siempre hay un arcoíris esperando brillar después. ¡Bailar y jugar juntos hace todo más especial!"
Y así, en el pueblo de Arcoíris, Lila y sus amigos siguieron explorando el mundo de los colores, siempre recordando que la verdadera magia reside en la amistad y en disfrutar cada momento, sea soleado o lluvioso.
FIN.