El Gran Baile de Eskibidi Toilet



En el pequeño pueblo de Sanitopolis, todos los habitantes se preocupaban por mantener todo limpio y ordenado. Desde pequeños, los niños aprendían a cuidar sus cosas, a mantener sus casas relucientes y, especialmente, a hacer que los baños fueran lugares cómodos y refrescantes.

Un día, mientras los niños jugaban en la plaza, apareció un misterioso inodoro llamado Eskibidi. Pero no era un inodoro como los de siempre, ¡era un inodoro que podía bailar!"¡Miren, miren!" - gritó Lucho, el más pequeño de los chicos. "¡Ese inodoro está bailando!"

"No puede ser, ¡los inodoros no bailan!" - dijo Sofía, que era muy escéptica.

"Pero este sí, miren cómo se mueve," - contestó Pablo, con una gran sonrisa.

El Eskibidi Toilet hacía giros, saltos y hasta competía en quien hacía el mejor baile. Los chicos lo miraban fascinados, y en poco tiempo, el inodoro se convirtió en la estrella del pueblo.

Un día, mientras todos estaban reunidos en la plaza, Eskibidi miró a sus nuevos amigos y propuso algo sorprendente.

"¿Qué les parece si hacemos un concurso de baile?"

Los niños estallaron de alegría.

"¡Sí! ¡Sería increíble!" - exclamó Lucho.

"Pero, ¿cómo lo haremos?" - preguntó Sofía.

"¡Simple! - dijo Eskibidi. "Cada uno de ustedes tiene que mostrar sus mejores pasos, y yo les daré un puntaje. Pero hay una condición: deben limpiar antes el lugar donde bailarán.

Los niños se miraron entre ellos, un poco confundidos.

"¿Limpiar antes de bailar?" - dijo Pablo, frunciendo el ceño.

"Sí, porque bailar en un lugar desordenado no trae felicidad. ¡Vamos!" - dijo Eskibidi, animado.

Los chicos, al principio, no estaban convencidos, pero luego entendieron que esa era una gran lección. Empezaron a recoger basura, a barrer y a organizar la plaza. Al acabar, el lugar brillaba y se veía hermoso.

"¡Listo! ¿Puedo bailar primero?" - preguntó Sofía emocionada.

"Claro que sí," - respondió Eskibidi.

Sofía se puso a bailar y todos la aplaudieron y se rieron con sus divertidos movimientos.

Luego fue el turno de Pablo, que hizo piruetas increíblemente bien logradas. Después Lucho sorprendió a todos con unos pasos de salsa. El inodoro estaba tan feliz que giraba y saltaba junto a ellos. Todos se divertían, y se dieron cuenta de lo bien que habían hecho en limpiar antes del baile.

Mientras la fiesta seguía, Eskibidi anunció la sorpresa final.

"¡Felicitaciones a todos! Ustedes han demostrado que el cuidado del espacio donde nos divertimos es importante. Y ahora, como premio, cada uno de ustedes se llevará un pequeño trofeo que será un recordatorio de lo que aprendieron hoy: ¡el baile y la limpieza van de la mano!"

Los niños gritaron de alegría y comenzaron a aplaudir.

"¡Gracias, Eskibidi!" - dijeron al unísono.

"¡Siempre lo recordaremos!" - agregó Lucho, emocionado.

Desde entonces, las fiestas en Sanitopolis fueron siempre limpias y organizadas, y Eskibidi Toilet nunca dejó de bailar.

Y así, con cada baile, los niños recordaban que un lugar limpio es un lugar feliz, y que siempre se puede aprender algo nuevo mientras juegan y se divierten.

FIN.

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