El Gran Baile en el Palacio



Había una vez, en un pequeño bosque, tres cerditos que eran grandes amigos. Uno de ellos estaba vestido de paja, otro de palitos y flores, y el más fuerte, de ladrillos. Se llamaban Pipí, Palito y Ladrido, respectivamente. Un día, recibieron una invitación especial para el gran baile que la linda Cenicienta estaba preparando en el palacio.

"¡Estoy tan emocionado!" - exclamó Pipí, moviendo su colita con entusiasmo.

"Yo también, no puedo esperar a ver el vestido de Cenicienta" - dijo Palito, tocando suavemente las flores que adornaban su atuendo.

"¡No olvidemos bailar! Lo haremos mejor que nunca" - añadió Ladrido, aunque un poco más serio, mientras se aseguraba de que su traje de ladrillos estaba bien ajustado.

Los tres cerditos se dirigieron al palacio, disfrutando del camino lleno de risas y canciones. Al llegar, se quedaron asombrados por la espléndida decoración y la música que llenaba el aire.

Cenicienta, con su hermoso vestido, ya estaba saludando a sus invitados cuando, de repente, un gran lobo apareció en la entrada.

"¡Cenicienta!" - gritó el lobo con una voz grave "¡dame tu zapatilla extra!"

Todos se quedaron en silencio, preguntándose qué quería hacer el lobo con una zapatilla.

"¿Pero por qué?" - preguntó Cenicienta, un poco asustada.

"Porque quiero llevarla a casa y hacerme un sombrero elegante. Siempre quise tener un sombrero como el tuyo" - respondió el lobo, intentando sonar amable.

Los cerditos se miraron y decidieron que no podían dejar que el lobo se saliera con la suya.

"Cenicienta, no le des la zapatilla, él solo quiere hacer algo extraño con ella" - dijo Pipí, valiente como siempre.

"Sí, ¡no podemos dejar que eso pase!" - intervino Palito, echando flores hacia el lobo como para disuadirlo.

"¿No te parece que sería mejor si te la regalamos, en vez de que la robes?" - propuso Ladrido con astucia.

El lobo, sorprendido, se quedó pensando.

"¿Regalarme la zapatilla? Pero... ¿por qué?" - preguntó, ya intrigado.

"Porque sabemos que todos podemos ser amigos, y que un sombrero no vale tanto como una amistad sincera" - dijo Pipí, sonriendo.

Entonces, el lobo, finalmente comprendió, sintió un movimiento en su corazón. La idea de la amistad le parecía tan maravillosa, y decidió cambiar.

"Está bien, quiero ser su amigo. Pero no necesito la zapatilla para eso" - confesó el lobo, sonriendo de una forma que nunca antes se había visto.

Cenicienta, aliviada, sonrió y dijo:

"¡Perfecto! Si quieres, puedes quedarte en el baile y disfrutar con nosotros."

El lobo asintió y se unió a los cerditos y Cenicienta. Todos bailaron juntos, riendo, celebrando la nueva amistad.

La noche se llenó de alegría mientras los cerditos, Cenicienta y el lobo se divirtieron en el baile, dándose cuenta de que las diferencias no importaban cuando uno abría su corazón. El lobo se convirtió en un amigo leal y protector, siempre listo para ayudar a sus nuevos amigos.

Y así, Pipí, Palito, Ladrido, Cenicienta y el lobo vivieron muchas aventuras juntos, aprendiendo que la amistad puede surgir en los lugares más inesperados. Y cada vez que alguien mencionaba el gran baile, todos recordaban cómo un simple acto de bondad podía transformar incluso al más temido de los personajes en un buen amigo.

Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

FIN.

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