El Gran Banquete de Alimancia



Había una vez en el Reino de Alimancia un rey muy sabio llamado Rey Sano. En su reino, todos estaban sanos porque seguían estrictas normas de higiene y seguridad alimentaria, especialmente en la preparación de alimentos. Sin embargo, un día, un cocinero inexperto, el joven Serafí, fue convocado al castillo para preparar un gran banquete en honor al rey.

Serafí, aunque lleno de entusiasmo, era conocido por no seguir las normas de higiene. A pesar de los consejos de los más experimentados, se sentía seguro de que podía hacer una buena comida solo con su ingenio. El día del banquete llegó, y todos los habitantes del reino estaban emocionados.

"¡Estaré a cargo del menú!", exclamó Serafí con gran confianza, pensando en hacer un platillo especial, una "sopa mágica".

"Tené cuidado, Serafí, recordá que la higiene es muy importante aquí", le advirtió la chef Rosa, la mejor cocinera del reino.

"No te preocupes, Rosa. ¡Yo sé lo que hago!", respondió Serafí, despreocupado.

Serafí comenzó a reunir ingredientes en la cocina. Usó vegetales frescos, pero no se lavó las manos, y no prestó atención a las normas que enseñaban los ancianos del castillo. Además, olvidó mantener los alimentos cubiertos y dejó caer ingredientes al suelo sin pensarlo dos veces.

A medida que la cocina se llenaba de olores deliciosos, los sirvientes del castillo olfateaban la comida y sus estómagos sonaban.

"¡Eso huele genial!", decía un sirviente.

"Espero que sea tan rico como se ve", decía otro.

Finalmente llegó la hora del gran banquete. El rey Sano se sentó en su trono, con una sonrisa en el rostro, y le dijo a Serafí:

"Espero que hayas preparado algo especial para todos nosotros, joven cocinero".

"¡Sí, Majestad!", respondió Serafí, orgulloso de su sopa mágica.

Los primeros comensales probaron la sopa y, al principio, todos estaban contentos. Pero poco después, algunos comenzaron a hacer caras extrañas.

"Esta sopa está... muy rara", murmuró uno.

"Me duele un poco el estómago", dijo otro sorprendido.

El rey Sano se preocupó y preguntó:

"¿Qué pasa, mis leales súbditos?"

"El joven Serafí... su sopa no está en condiciones", inspeccionó Rosa con preocupación.

En ese momento, Serafí se dio cuenta del terrible error que había cometido. Había ignora las normas y, sin querer, había puesto en peligro la salud de todos.

"Oh no, no puede ser...", exclamó, sintiéndose muy avergonzado.

"Lo siento, no seguí las reglas como se debía".

El rey, con la sabiduría que lo caracterizaba, miró a Serafí y le dijo:

"Hijo, todos cometemos errores, pero lo importante es aprender de ellos. Debes entender la importancia de las normas de higiene. ¿Qué harás ahora?"

Serafí, con lágrimas en los ojos, respondió:

"Me disculpo sinceramente, trabajaré con Rosa y todos para asegurarnos que esto no suceda de nuevo".

El rey asintió:

"Eso es lo correcto, joven amigo. Vamos a trabajar juntos y aprender para que el próximo banquete sea un éxito".

Al día siguiente, Serafí comenzó a unirse al equipo de cocina de Rosa. Aprendió sobre la importancia de lavarse las manos, de mantener los alimentos en buen estado y por qué había que tener cuidado con la manipulación de los ingredientes. Paseaba alrededor de la cocina, observando a los demás, tomando notas, y, sobre todo, escuchando.

Poco a poco, Serafí mejoró mucho en sus habilidades culinarias. Finalmente, llegó el día del siguiente banquete, y como cuenta la leyenda, la sopa fue la más deliciosa que había preparado el joven cocinero. Todos disfrutaron de la comida y terminaron felices:

"Esto sí que es una sopa mágica!", dijeron entre risas.

"¡Bien hecho, Serafí!", lo alentaron.

El rey Sano, al ver a su reino feliz y saludable, sonrió y dijo:

"Hoy hemos aprendido algo muy importante: las normas de higiene no solo protegen nuestros cuerpos, sino que también hacen que la comida sea más sabrosa. Nunca olvidemos eso!"

Serafí, ahora un cocinero responsable, nunca olvidó lo que había aprendido. A partir de ese día, siempre recordó lavar sus manos y seguir las normas de higiene. El joven, ahora querido por todos, se convirtió en uno de los grandes cocineros del Reino de Alimancia.

FIN.

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