El Gran Banquete de la Amistad



Había una vez en un pequeño pueblo argentino una linda casita de colores, donde vivía una niña llamada Sofía. Sofía era una entusiasta amante de la cocina y siempre disfrutaba preparando ricas comidas para sus amigos. Un día, mientras recortaba las verduras en una tabla de madera, tuvo una idea brillante.

"¡Voy a hacer un gran banquete para todos!" - exclamó Sofía con una gran sonrisa en su rostro.

Decidió que quería que todos sus amigos vinieran a su casa para disfrutar de una comida deliciosa y pasar un buen rato juntos. Sofía comenzó a planear el menú, y aunque su imaginación volaba a la hora de pensar en platos, sabía que necesitaba ayuda.

Así que, decidió invitar a su mejor amiga, Clara.

"¡Clara! Necesito que me ayudes a preparar un banquete muy especial para todos nuestros amigos. ¿Te gustaría venir a mi casa este fin de semana?" - le preguntó Sofía emocionada.

"¡Sí! Estoy ansiosa por ayudar y comer unas ricas tortas!" - respondió Clara con entusiasmo.

El viernes por la tarde, Clara llegó a la casa de Sofía. Juntas comenzaron a hacer una lista de lo que necesitaban. Sofía sugirió hacer puré de zapallo, empanadas de queso y una ensalada fresca. Pero Clara tuvo una idea que hizo que ambas sonrieran.

"¡Y de postre, podemos hacer un helado de frutas!"

Sofía aplaudió entusiasmada.

"¡Sí! Pero para eso, necesitamos ir al mercado a comprar las frutas. ¿Te parece si vamos ahora?" - preguntó Sofía.

Clara asintió y juntas recorrieron el mercado del pueblo. Allí eligieron las frutas más frescas y deliciosas. Mientras pagaban, Sofía comentó:

"Es tan divertido cocinar y compartir con amigos. ¿Sabías que la alimentación saludable también nos da energía para jugar?" - dijo Sofía.

Clara sonrió y respondió:

"¡Sí! Además, la comida nos puede hacer sentir más alegres y unidos. ¿Podemos invitar a otros amigos a la fiesta?"

Sofía pensó un momento y luego dijo:

"¡Claro! Siempre hay más lugar en la mesa para los amigos. Vamos a invitar a Tomás y a Valentina también."

Ambas se pusieron en marcha a llamar a sus amigos. Con cada llamada, más niños se estaban sumando al banquete. Sofía y Clara estaban tan emocionadas que pronto se dieron cuenta de que iban a necesitar más comida.

El día del banquete, la casa de Sofía se llenó de risas y alegría.

"¡Bienvenidos al Gran Banquete de la Amistad!" - anunció Sofía al abrir la puerta. Todos entraron a la cocina y se sorprendieron con la fragancia de los platos recién hechos.

Tomás comentó:

"¡Huele increíble! ¿Qué hay de almuerzo?"

"Hicimos puré de zapallo, empanadas de queso y ensalada. ¡Y de postre hay helado!" - dijo Clara mientras servía a todos.

Después de disfrutar de la comida, era hora de los postres. Sofía, con una gran sonrisa, llevó el helado de frutas. Pero cuando lo sirvieron, se dieron cuenta de que algo no estaba bien.

"¡Oh no! El helado se derritió y está todo aguado. No lo podemos servir así." - exclamó Sofía.

Los amigos empezaron a murmurar, pero Clara tuvo una idea brillante.

"¡Esperen! ¿Y si hacemos batidos con el helado derretido? Así seguimos disfrutando!"

Sofía sonrió y todos concordaron. Empezaron a mezclar el helado con más frutas y jugo, ¡y crearon unos deliciosos batidos!"¡Guau! Esto es mucho mejor que lo que imaginábamos!" - dijo Valentina.

Todos levantaron sus vasos de batido y brindaron.

"¡Por la amistad y la comida compartida!" - gritaron todos al unísono mientras disfrutaban de su rica bebida.

Esa tarde comprendieron que a veces las cosas no salen como las planeamos, pero siempre podemos encontrar una solución divertida si estamos juntos. Al final del día, Sofía y sus amigos aprendieron no solo sobre la importancia de la alimentación, sino también sobre la alegría de compartir y ser creativos en la cocina.

Y así, cada vez que se juntaban, recordaban el Gran Banquete de la Amistad como el día en que, aunque el helado se derritió, su alegría nunca se desvaneció.

FIN.

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