El Gran Banquete de los Fagocitos



En un pequeño mundo microscópico, vivía una curiosa bacteria llamada Benny. Benny era una bacteria muy aventurera y soñadora. Un día, mientras nadaba por el océano de fluidos corporales, se encontró con su mejor amigo, Carlitos, un pequeño grupo de bacterias.

"¡Hola, Benny! ¿Qué tenés planeado para hoy?" - preguntó Carlitos, moviéndose de aquí para allá.

"¡Hola, Carlitos! Creo que deberíamos explorar ese lugar misterioso más allá de la célula... ¡he oído que hay muchas cosas increíbles allí!" - dijo Benny emocionado.

Los dos decidieron adventurarse y, junto a su grupo de amigos, se adentraron en la zona desconocida. Allí encontraron algas raras, virus amigables y un montón de otros micro seres. Todo era risas y diversión hasta que, de repente, un grito se escuchó entre las algas.

"¡Auxilio! ¡Ayuda!" - era Luli, una bacteriana que había quedado atrapada.

"¡Vamos, tenemos que ayudarla!" - gritó Benny.

"Pero, Benny, ¡hay un montón de fagocitos por ahí!" - le recordó Carlitos.

Los fagocitos eran unos gigantes protectores del cuerpo, pero también eran conocidos por tener un gran apetito por las bacterias, y eso asustaba a todos. Sin embargo, el corazón de Benny estaba lleno de valentía.

"¡No importa! Necesitamos ayudar a Luli. ¡Ella es nuestra amiga!" - se armó de valor Benny y, con determinación, comenzó a nadar hacia el auxilio de Luli.

Cuando llegaron al lugar, efectivamente había un gran fagocito, con su aspecto de forma irregular y sus tentáculos danzantes. Benny se sintió un poco asustado, pero Luli estaba en problemas y no podía darse el lujo de dudar.

"¡Hola!" - dijo Benny, tratando de sonar valiente, "¿Podrías soltar a Luli, por favor? Ella es una de nosotros, y solo queríamos ayudarla."

El fagocito lo miró con curiosidad y, para sorpresa de todos, se agachó un poco para escuchar.

"Creo que no sabés que yo no soy un gran monstruo, solo hago mi trabajo protegiendo el cuerpo de invasores. ¡Y algunas bacterias son buenas! ¡Sólo que mi obligación es eliminar a las que son dañinas!" - respondió el fagocito, mostrando que su intención no era ser malvado.

Benny se sintió aliviado y, con una gran sonrisa, dijo:

"Entonces, ¿podrías ayudarnos a liberar a Luli? Puede que tengas razón en lo que dijiste, pero ahora ella necesita de nuestra ayuda. ¡Juntos podemos hacer un gran equipo!"

El fagocito, conmovido por la valentía de Benny, decidió soltar a Luli.

"Está bien, pero a cambio, necesito que me ayuden a comprender más sobre la diferencia entre las bacterias buenas y malas. ¡Quizás pueda proteger mejor!" - propuso el fagocito.

De esta manera, Benny y su grupo se hicieron amigos de aquel gigante. Juntos comenzaron a contarle sobre las bacterias que ayudaban al cuerpo y aquellas que lo perjudicaban. A través de sus aventuras y juegos, el fagocito aprendió a distinguir entre ellas y a ser un mejor guardián.

"¡Guau! No sabía todo esto. En verdad, la mayoría de las bacterias solo desean vivir en armonía con el cuerpo. ¡Gracias por enseñarme! Desde ahora, no devoraré a ninguna bacteria que no sea dañina y trataré siempre de saber la verdad antes de actuar!" - dijo el fagocito, lleno de gratitud.

Benny y su grupo se sintieron felices.

"¡Juntos somos más fuertes!" - exclamaron.

Y así, en el pequeño mundo microscópico, Benny y sus amigos, junto al fagocito, comenzaron una nueva aventura: la de cuidar el cuerpo y ayudar a todos a vivir en armonía. Todos se volvieron un gran equipo, protegiendo juntos el cuerpo, aprendiendo cada día algo nuevo.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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