El Gran Banquete de Lucía



Una soleada mañana en El Cerro de Andévalo, Lucía se despertó con un gran anhelo: ¡chocolate! No había nada que amara más que el dulce sabor del chocolate. Sin embargo, su papá Agustín y su mamá Curra estaban en un dilema. Lucía se negaba rotundamente a comer cualquier cosa que no fuera chocolate. No le gustaban las lentejas, ni las verduras, ni nada que se pareciera a una comida ‘normal’.

"Lucía, tenés que comer algo más que chocolate" - le decía Curra, mientras miraba la caja de chocolate vacía.

"Pero, mamá, ¡el chocolate es mi comida favorita!" - decía Lucía, con una sonrisa traviesa.

Agustín y Curra estaban preocupados porque sabían que una dieta solo de chocolate no era buena. Entonces, un día, Curra tuvo una idea brillante. ¿Y si animaban a Lucía a ayudar en la cocina? Tal vez así se interesaría más por la comida.

"Lucía, ¿te gustaría venir a hacer algo especial en la cocina conmigo?" - le preguntó Curra.

Lucía, intrigada, levantó la vista de sus muñecas reborn.

"¿Qué cosa especial?"

"Voy a preparar una sorpresa con chocolate y otras cosas ricas. ¡Podría ser divertido!"

Lucía no se pudo resistir a la idea de un nuevo proyecto. Corrió hacia la cocina, lista para ayudar.

Mientras Curra recogía los ingredientes, Lucía vio algunos frascos de lentejas que Agustín tenía en el armario.

"¿Por qué tenés eso, papá? Nadie en la familia quiere comer lentejas" - dijo Lucía, arrugando la nariz.

"Las lentejas son saludables, Lucía. Pero si querés, podemos darle un giro divertido. ¿Te gustaría ayudarnos a hacer lentejas con chocolate?" - sugirió Agustín.

Lucía abrió los ojos como platos, incrédula.

"¡Lentejas con chocolate! Eso suena raro..."

"Podemos hacer un plato que tenga sabor dulce y algo salado, ¿Qué te parece?" - continuó su mamá.

Curiosa, Lucía aceptó el reto. Juntas, empezaron a cocinar. Mientras Curra cocinaba las lentejas, Lucía, entusiasmada, fundía el chocolate y lo vertía en un molde, dándole una forma creativa.

Cuando las lentejas estaban listas, Curra explicó cómo acompañar el plato con el chocolate, haciéndolo divertido.

"Ahora, vamos a servir esto en un plato colorido, así se ve más alegre" - dijo Curra.

Finalmente, la mesa estaba lista, y Lucía miró el plato con desconfianza.

"Mamá, ¿yo puedo probar primero el chocolate?"

"Por supuesto, pero recordá que el chocolate y las lentejas van juntos, como un equipo. ¡Es un experimento!"

Lucía tomó un tenedor con un poco de lentejas y salsa de chocolate. Cerró los ojos y dio un pequeño bocado.

"Esto... ¡no está tan mal!" - sorprendida, exclamó.

Poco a poco, se fue animando a comer más. Se dio cuenta de que las lentejas no eran tan terribles después de todo, especialmente con un toque de chocolate.

"¿Sabés qué, papá? Tal vez si les pongo un poco más de chocolate, ¡me gusten más!" - dijo Lucía, ahora imaginando múltiples posibilidades en la cocina.

A medida que pasaron los días, Lucía empezó a experimentar más con la comida. Cada semana, Agustín y Curra organizaban un 'día de cocina creativa' con Lucía, donde mezclaban ingredientes y hacían nuevas recetas.

"¿Hoy vamos a hacer pizza con chocolate?" - sugería Lucía un día.

"Por supuesto, ¡todo vale en la cocina de Lucía!" - respondió Curra, sonriendo.

Con el tiempo, Lucía se convirtió en una cocinera experta. Aunque seguía amando el chocolate, también aprendió a disfrutar de otros alimentos y hasta empezó a inventar sus propias recetas.

"¿Pueden pasar nuestros amigos a probar mis nuevas recetas?" - preguntó emocionada un día.

Antes de que se diera cuenta, Lucía había dejado atrás su odio por las lentejas y otras comidas. Había encontrado la forma de llevar su imaginación a la cocina y ahora era conocida en El Cerro de Andévalo como la niña que hacía las combinaciones más locas y deliciosas.

Y así, con el amor de sus padres y su creatividad, Lucía no solo aprendió a disfrutar de la comida, sino que también descubrió que cocinar podía ser tan divertido como jugar con sus muñecas reborn.

Mientras tanto, el chocolate siempre tendría un lugar especial en su corazón, como su dulce favorito.

FIN.

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