El Gran Banquete del Cocodrilo Mayor Menor Igual Que



Era una vez, en el cálido y brillante río de Númeron, un cocodrilo muy especial. Su nombre era Cocodrilo Mayor Menor Igual Que, pero sus amigos simplemente lo llamaban Coco. Coco era muy conocido en el río por una característica peculiar: ¡se comía los números más grandes!"¡Coco, ven a jugar!" - gritó su amigo, el pez Chiquito.

"No puedo, Chiquito, tengo que alimentarme de los números grandes para mantener el equilibrio del río", respondió Coco, mientras buscaba los números que se esconden bajo las hojas.

Pero un día, mientras el sol brillaba intensamente, se acercó al cocodrilo un grupo de números pequeños que estaban muy preocupados. Eran los números 1, 2, 3 y 4, y temían que Coco se los fuera a comer.

"¡Coco! ¡Por favor, no te comas a nuestros amigos!" - lloró el número 1.

Coco, al verlos tan angustiados, se acercó y dijo:

"Escuchen, pequeños. No necesito comerlos. Mi misión es cuidar el equilibrio y devorar solamente a los números grandes. Los números pequeños son esenciales para el río."

"Pero, ¿cómo podemos saber que no te los comerás de todos modos?" - cuestionó el número 2.

Coco sonrió y sugirió:

"¿Qué tal si hacemos un juego? Les daré una oportunidad para demostrar su valor y habilidades. Si logran superarme en una carrera de números, prometo no comerlos. ¿Qué dicen?"

Los números pequeños, emocionados, aceptaron el desafío. Así que el día siguiente, todos en el río se reunieron para presenciar el gran evento. Mientras tanto, los números pequeños entrenaron con entusiasmo.

La carrera consistía en llegar a la gran roca en el medio del río, y Coco confiaba tanto en su velocidad que pensó que sería pan comido.

El día de la carrera llegó y todos los habitantes del río estaban allí, incluidos el pez Chiquito, la rana Saltarina y hasta el viejo pez globo. Todos animaban a los pequeños números.

"¡Uno, dos, tres, a la cuenta... ¡Ya!" - gritó Saltarina y todos salieron disparados.

Coco, seguro de su victoria, nadó rápidamente, hasta que de repente, vio a los números pequeños hacer un truco que jamás habría imaginado. ¡Estaban usando la fuerza del corriente a su favor!"¡No puede ser!" - exclamó Coco asombrado.

Los números comenzaron a formar alianzas, el 1 y el 2 se unieron para impulsarse, el 3 pasó cerca del 4, ayudándose entre sí. Cada uno aportaba su parte para multiplicar su velocidad. Coco, aunque era más grande, se dio cuenta de que no podía competir con la astucia y el trabajo en equipo de los números pequeños.

Finalmente, los números pequeños llegaron juntos a la roca. Todos estallaron en gritos de alegría y celebraron su victoria.

Coco, dispuesto a cumplir su promesa, se acercó a ellos y dijo:

"¡Felicitaciones! Me he dado cuenta de que cada número, no importa cuán pequeño sea, tiene un valor inmenso."

Desde ese día, Coco aprendió a respetar y valorar a cada número del río, y en vez de comerse a los más pequeños, decidió cuidar de ellos, asegurándose de que todos tuvieran un lugar seguro en el río.

Y así, en el río de Númeron, los grandes y pequeños números aprendieron a vivir juntos en armonía, ayudándose mutuamente, y Coco se convirtió en un gran amigo y protector de todos.

Con cada día que pasaba, Coco nunca olvidaba la lección que había aprendido: que no se trata solo de ser grande, sino de tener un gran corazón.

Y colorín colorado, ¡este cuento se ha acabado!

FIN.

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