El Gran Bosque de las Letras
En un pequeño pueblo rodeado de verdes montañas, vivía una niña llamada Lila. Desde muy chiquita, Lila había descubierto el mágico mundo de los libros. Cada tarde, después de la escuela, se sentaba bajo un gran árbol en el parque y se sumergía en sus historias favoritas.
Una tarde, mientras hojeaba un libro de aventuras, se dio cuenta de que una extraña luz brillaba entre las páginas. Colocando su mano sobre la luz, de repente, Lila fue absorbida por el libro y se encontró en un lugar increíble: el Gran Bosque de las Letras.
- ”¿Dónde estoy? ” - preguntó Lila, maravillada por lo que veía. El bosque estaba lleno de árboles cuyos troncos eran libros y las hojas eran letras que brillaban como estrellas. Tan pronto como ella aterrizó en ese mágico lugar, un pequeño zorro apareció ante ella.
- ”¡Hola! Soy Zappi, el guardián del bosque. Bienvenida al Gran Bosque de las Letras. Aquí, cada libro tiene vida propia y las historias cuentan su propia historia.” - dijo el zorro mientras giraba sobre sí mismo, mostrando la magia del lugar.
Lila, emocionada, comenzó a explorar, pero pronto se dio cuenta de que algo no estaba bien. Los árboles empezaban a marchitarse y las letras caían al suelo.
- ”¿Qué le está pasando al bosque? ” - preguntó Lila preocupada.
- ”Los Cazadores de Palabras están llevando las historias con ellos. Sin las palabras, los libros no pueden contar sus relatos y el bosque perderá su magia.” - explicó Zappi, triste.
Lila sintió que debía ayudar.
- ”¿Cómo podemos detener a los Cazadores de Palabras? ” - indagó.
- ”Necesitamos un plan. Yo puedo guiarte, pero tendrás que ser valiente,” - afirmó Zappi.
Con determinación, Lila y Zappi tramarían un plan. Reunieron a otros personajes del bosque: la valiente tortuga Tula, que podía moverse sigilosamente; el sabio búho Oliver, que conocía todos los atajos; y la rápida liebre Lía, que podía alertarles de cualquier peligro.
Juntos se adentraron al corazón del bosque donde se ubicaba la cueva de los Cazadores de Palabras. Cuando llegaron, vieron a un grupo de sombras leyendo libros y robando palabras. Lila, en un acto de valentía, decidió hablarles.
- ”¡Alto! ¿Por qué roban las palabras de este bosque? ” - gritó con firmeza.
Los Cazadores se detuvieron y uno de ellos, un joven llamado Tomás, respondió.
- ”Creemos que las palabras son poderosas y podemos venderlas a las personas para que puedan contar sus propias historias.”
- ”¡Pero están destruyendo la magia de los libros! ” - exclamó Lila indignada.
Oliver voló entonces al lado de Lila y le dijo:
- ”Podemos hacer un trato. Si les enseñamos a cada uno de vosotros cómo contar historias sin robar palabras, ¿podrían devolver lo que han llevado? ” - propuesto.
Los Cazadores de Palabras se miraron entre sí, intrigados. Finalmente, Tomás accedió.
- ”Está bien, enséñanos.”
Lila y sus amigos organizaron un taller sobre cómo contar historias. Se sorprendieron de lo fácil que era imaginarse mundos sin tener que tomar palabras de los libros. Al finalizar la clase, los Cazadores de Palabras prometieron proteger las historias y las palabras, y regresaron todo lo que habían robado.
Lila observó cómo los árboles comenzaban a recuperar su brillo y color.
- ”¡Lo logramos! ” - gritó emocionada, abrazando a Zappi.
- ”Tú lo lograste, Lila. Gracias a tu valentía, el Gran Bosque de las Letras está a salvo.” - respondió Zappi con orgullo.
Antes de regresar a casa, Lila recogió algunas hojas de letras y cada vez que leía un libro desde entonces, sabía que estaba alimentando al bosque mágico que tanto amaba. Así, Lila volvió al mundo real con una promesa: siempre protegería las palabras y compartiría su amor por la lectura con todos.
Y así, con un corazón lleno de nuevas historias y un espíritu de aventura, Lila continuó explorando el maravilloso mundo de los libros, sabiendo que dentro de cada historia hay magia esperando ser descubierta.
FIN.