El Gran Cambio de Mateo



Era un soleado domingo y la familia de Mateo se había reunido en casa de la abuela Rosa para pasar un buen rato. Todos estaban emocionados: el abuelo Carlos había preparado su famosa parrilla, y como siempre, la abuela había horneado un montón de facturas deliciosas. Pero Mateo, un adolescente de 17 años, tenía algo importante que decir, y su estómago estaba revuelto de nervios.

Cuando todos terminaron de comer, Mateo reunió el valor necesario. Se aclaró la garganta y dijo:

"Familia, tengo algo que compartirles. No quiero ser abogado como todos ustedes... quiero ser artista."

La sala se llenó de murmullos. Su papá, un abogado de renombre, frunció el ceño:

"¿Cómo que no quieres ser abogado, Mateo? Es una profesión muy respetada, ¡y tienes un futuro brillante allí!"

La tía Clara, siempre apasionada por las artes, exclamó:

"Pero ser artista también es valioso. Hay muchas formas de expresarse. ¡Mateo, contanos más!"

Mateo respiró hondo y continuó:

"Me encanta pintar, hacer música, y creo que eso es lo que realmente quiero hacer con mi vida. La abogacía no me hace feliz."

"¿Y qué vas a hacer si no te va bien en esa carrera?" preguntó su papá, aún un poco escéptico.

"Nahuel, sé que ser artista es un camino difícil, pero hay que arriesgarse. La vida es corta", dijo la abuela Rosa, sonriendo. "Debes hacer lo que amas, querido."

Mateo sonrió, sintiéndose un poco más seguro. Pero su tío Miguel, también abogado, intervino:

"Mateo, ¿no crees que deberías tener un plan B? La vida de artista puede ser muy incierta."

Mateo sintió que todos sus amigos lo apoyaban a su manera, pero la presión era grande. Sin embargo, no se rindió:

"La vida es un lienzo en blanco, y yo quiero pintarlo con mis propios colores. Prometo que trabajaré muy duro para lograrlo."

Tras una larga discusión, lo que al principio parecía una disputa familiar se tornó en un diálogo sincero. Sus primos y su hermana lo respaldaron, y su madre, con un brillo en los ojos, le dijo:

"Mateo, si eso es lo que te hace feliz, entonces debes intentarlo. Te apoyaremos en esto."

Finalmente, su papá, después de pensarlo, suspiró y dijo:

"Está bien, hijo. Si esto es lo que quieres, estoy dispuesto a respaldarte. Pero, te pido que siempre des lo mejor de vos en cualquier camino que elijas."

Mateo no podía creerlo. La mayoría de su familia lo apoyaba. La reunión terminó con abrazos y risas, y ese mismo día, Mateo se prometió a sí mismo que seguiría su sueño artístico.

Meses más tarde, llegó el día de su debut en una pequeña galería de arte local. Estaba emocionado, aunque un poco nervioso. Cuando subió al escenario a hablar sobre su obra, de repente se le cayó el micrófono al suelo, provocando un ruido sordo que aturdió a todos los presentes. Mateo se quedó inmóvil por un segundo.

"¡No!", pensó, sintiendo que su estómago se hundía.

Pero de repente apareció su tío Miguel, que desde la multitud se acercó para ayudarle:

"No te preocupes, Mateo, esto pasa a todos. Solo respira hondo y sigue con tu mensaje. Vamos."

Con la ayuda de su tío, Mateo pudo recuperar el micrófono y sonreír:

"A veces, la vida también nos da tropiezos. Pero eso no significa que debamos rendirnos. Estoy aquí porque elegí ser artista, y esto es solo el comienzo."

El público lo aplaudió. Esa noche, no solo debutó como artista, sino que aprendió que su familia, sin importar sus diferencias, siempre lo apoyaría.

Más tarde, todos celebraron la valentía de Mateo, y la abuela Rosa exclamó:

"¡A lo grande! ¡Así se habla! Los sueños se pintan, los caminos se recorren, y siempre juntos como familia."

Y así, con el amor y apoyo de su familia, Mateo comenzó su camino como artista, fusionando su pasión por la pintura con su nueva vida en la música. Claro, aún existen los momentos difíciles, pero también existe la unidad familiar que siempre lo respaldó. Con cada trazo y cada nota, construía su sueño, un paso a la vez.

FIN.

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