El Gran Cambio de Tomy y Santi
Había una vez, en un barrio lleno de risas y juegos, dos amigos llamados Tomy y Santi. A ambos les encantaba pasar el tiempo juntos, pero su idea de diversión consistía en quedarse sentados en el sofá viendo películas y jugando en sus celulares. El deporte era algo que nunca les interesó.
Un día, después de ver una película épica sobre un equipo de fútbol que había superado todas las adversidades, Tomy se quedó pensando.
"Santi, ¿te imaginás si pudiéramos hacer algo así? Un equipo, aventuras, metas..."
Santi, mientras seguía jabsorbiendo su bocadillo, respondió:
"Pero… ¿fútbol? Eso es para los que corren y hacen ejercicio. No es nuestro estilo."
Sin embargo, Tomy no se dio por vencido. Esa misma noche, mientras navegaba por internet, encontró un video de un grupo de chicos que jugaban a la pelota en el parque. Se reían y se divertían tanto que, algo dentro de él, hizo 'clic'.
Al día siguiente, subió el video a su celular y, emocionado, se lo mostró a Santi.
"Mirá, Santi, ellos también eran como nosotros, pero ahora están disfrutando mucho más. ¿No te gustaría probar?"
Santi suspiró, pero vio la emoción en los ojos de su amigo.
"Está bien, probemos. Pero sólo un par de veces, ¿eh?"
Así fue como decidieron dar el salto. La primera tarde que fueron al parque con una pelota flaca y desgastada fue un verdadero desafío. Al principio, sus pies parecían no tener idea de lo que hacían y la pelota parecía una niña traviesa esquivándolos.
"¡Aaaah! ¿Por qué es tan difícil? !" gritó Tomy mientras saltaba y se caía.
"Creo que esto no es lo nuestro…" se quejó Santi.
Pero justo entonces, un grupo de niños se acercó a ellos. Eran un poco mayores, pero sonrieron al ver a los dos amigos intentando jugar.
"¿Necesitan ayuda?" preguntó uno de los chicos.
Tomy y Santi se miraron, y aunque dudaron, decidieron aceptar la oferta.
"Sí, por favor. Nunca hemos jugado antes y estamos un poco perdidos."
Los niños empezaron a enseñarles algunos trucos básicos, como driblar y pasar la pelota. Con cada intento, Tomy y Santi se sentían más cómodos.
"¡Mirá, Santi, le di bien a la pelota!" exclamó Tomy, con una sonrisa enorme en el rostro.
Santi, que hasta ese momento no había dejado de reírse de sus torpezas, se dio cuenta de que estaba disfrutando también.
- “Nunca pensé que podría ser tan divertido.”
Con el paso de las semanas, Tomy y Santi fueron regresando al parque más y más, practicando y aprendiendo de otros chicos. Empezaron a hacer nuevos amigos y a formar un pequeño equipo.
Pronto, se organizaron entre todos para jugar un torneo interbarrial. La emoción y los nervios invadieron a Tomy y Santi.
"¿Y si perdemos?" preguntó Santi, visiblemente ansioso.
"No importa, Santi. Lo importante es que nos estamos divirtiendo y hemos hecho un montón de amigos en el camino."
El gran día finalmente llegó y todo el barrio se reunió para ver el torneo. A pesar de haber llegado con miedos e inseguridades, el silbato del árbitro sonó y, de repente, todo cambió. Los chicos jugaron y se dieron cuenta de lo que realmente habían aprendido: el trabajo en equipo, el esfuerzo y la alegría.
Aunque no ganaron el torneo, volvieron a casa con el pecho hinchado de orgullo y una sonrisa de oreja a oreja.
"¡Quiero jugar todo el tiempo!" exclamó Santi, mientras hacían la caminata de regreso.
"¿Ves? Todo lo que teníamos que hacer era intentarlo", dijo Tomy, satisfecho.
Así fue como sus días de sofá y pantalla dieron paso a la alegría del deporte. Ahora, cada sábado, Tomy y Santi se juntaban para jugar al fútbol en el parque, descubriendo que la diversión no estaba en quedarse quietos, sino en moverse y disfrutar de la vida.
FIN.