El Gran Cambio en la Escuela Brillante
En la Escuela Brillante, el ambiente estaba un poco tenso. Los alumnos se sentaban siempre en los mismos grupos, y los más tímidos se quedaban solos. Un día, la maestra Ana decidió que era hora de hacer algo al respecto. Convocó a una reunión entre todos los alumnos.
"Chicos, creo que podemos hacer algo para mejorar nuestra convivencia. ¿Qué opinan?" - dijo Ana, sonriendo.
Todos miraron a Ana con curiosidad.
"Tal vez podríamos hacer un gran juego en el patio. Algo que nos ayude a conocernos mejor" - sugirió Tomás, un niño que siempre jugaba al fútbol solo.
"¡Buena idea! Pero, ¿cómo lo hacemos?" - preguntó Mia, una niña que amaba leer y rara vez jugaba al aire libre.
Entonces, Sofía, una de las más creativas, exclamó:
"Podríamos hacer equipos mezclados. Así, los que normalmente juegan juntos tienen que incluir a otros que no lo hacen tanto."
La maestra Ana asintió con la cabeza.
"Perfecto, así es como lo vamos a hacer. Cada equipo tendrá que aprender algo nuevo sobre su compañero".
Esa semana, todos estaban muy emocionados preparando el Gran Juego de la Convivencia. Se formaron equipos variados; había futbolistas, artistas, lectores y científicos. Cuando llegó el día del juego, el patio estaba lleno de risas, gritos y muchísima energía.
"¡Vamos, equipo!" - gritó Lucas.
"¡No olviden preguntarle a su compañero algo que no sepan de él!" - recordó la maestra Ana, mientras caminaba entre los grupos.
A medida que pasaba el tiempo, los alumnos empezaron a hablar entre ellos y a descubrir cosas fascinantes. Lucas, que siempre había sido el capitán del equipo de fútbol, se sorprendió al enterarse que Valentina, quien nunca había jugado, sabía un montón sobre animales porque su papá era veterinario.
"¡No puede ser! Nunca supe que te gustaban tanto los animales. ¡Tenés que venir un día a ayudarme en el partido!" - le dijo Lucas emocionado.
"Sí, y vos tenés que enseñarme a jugar al fútbol" - respondió Valentina, sonriendo.
Por su parte, Tomás fue a pedirle ayuda a Sofía para pintar unas pancartas que necesitaban para el juego. Sofía, que siempre había pensado que Tomás solo pensaba en el fútbol, se sorprendió cuando él le preguntó si le podía enseñar a dibujar un pez para su proyecto escolar.
"¡No esperaba que te gustara el arte!" - dijo Sofía, revelando su entusiasmo.
"Me encanta, pero me cuesta un poco. Tal vez me ayudes y te ayudamos con el fútbol" - respondió Tomás con sinceridad.
A medida que avanzaban las actividades, los grupos se reían de los errores y se elogiaban mutuamente. La timidez comenzó a desvanecerse y la amistad empezaba a florecer.
Pero, durante un juego, Carlos, un chico un poco más rebelde, accidentalmente derribó a Julia.
"¡No fue mi culpa!" - gritó Carlos, sintiéndose muy frustrado.
"¡Tendés que tener más cuidado!" - le respondió Julia, muy enojada.
"No soy un nene, puedo jugar como yo quiero!" - replicó Carlos.
Los demás del grupo también se pusieron nerviosos, y la tensión volvió a sentirse en el aire. La maestra Ana se acercó rápidamente.
"Carlos, Julia, todos nos estamos divirtiendo aquí. Pero también necesitamos cuidar a nuestros compañeros, ¿no creen?" - dijo con calma.
Carlos miró a Julia y luego a Ana. Se dio cuenta de que no era solo un juego, sino algo más importante.
"Lo siento, Julia. No quise hacerte daño. Podemos intentarlo de nuevo juntos, ¿te parece?" - ofreció Carlos, extendiendo su mano.
"Claro, yo también me puse un poco nerviosa, gracias por disculparte" - respondió Julia, mientras le daba la mano.
Así, el Gran Juego se transformó en un día memorable. Todos aprendieron a respetarse y cuidarse mutuamente. Al final del día, la maestra Ana juntó a todos en círculo y les dijo:
"Hoy no solo hemos jugado; hemos comenzado a construir la Escuela Brillante que todos queremos. Recordemos siempre lo que aprendimos unos de otros".
Y así, gracias a un simple juego, la convivencia en la Escuela Brillante mejoró, y los alumnos abrazaron la diversidad y la amistad como sus mayores tesoros. Desde ese día, el patio se llenó de risas y juegos, y cada chico tenía un grupo de amigos con quien compartir y crecer juntos.
FIN.