El Gran Campamento de los Valientes
Era un hermoso día soleado cuando la profesora Marta anunció a sus alumnos de quinto grado que irían a un campamento de educación física. Todos estaban muy emocionados, pero también un poco nerviosos. La profesora Marta era conocida por sus actividades desafiantes. "Chicos, este campamento será una gran aventura. Vamos a aprender a trabajar en equipo y, sobre todo, a divertirnos" - dijo con una sonrisa.
El día del campamento llegó, y todos los chicos se subieron al colectivo con mochilas llenas de ropa, víveres y por supuesto, muchos dulces. Alma, una de las más tímidas de la clase, suspiró "¿Y si no puedo hacer las actividades?" - mientras miraba por la ventana.
Llegaron al campamento y su primer desafío fue un circuito de obstáculos. "Chicos, ¡hay que superar esto juntos!" - animó la profesora. Algunos alumnos se animaban, pero Alma se quedó quieta, con miedo de intentarlo. "Yo no puedo, soy muy pequeña" - dijo con voz temblorosa.
Un compañero, Tomi, se acercó a ella y le dijo "Alma, yo también tengo miedo. Pero si lo intentamos juntos, seguro lo logramos". Con una sonrisa, Alma miró a Tomi y asintió. Juntos, empezaron a trepar, saltar y arrastrarse por el circuito. "¡Lo logramos!" - gritó Alma, llena de alegría.
Después de los obstáculos, la profesora propuso una actividad sorpresa: un concurso de talentos. "Cada uno de ustedes tiene un talento especial. A ver quién se anima a mostrarlo al grupo" - dijo ella. Todos comenzaron a murmurar entre sí, sintiéndose nerviosos. Alma no sabía si se animaría a participar. Pero en ese momento, vio a Tomi practicando su habilidad de imitar sonidos de animales. "¡Qué divertido!" - exclamó.
Finalmente, el día de la presentación llegó. Por turnos, los chicos mostraron sus talentos: bailes, chistes y hasta un truco de magia. Cuando llegó el turno de Alma, su corazón latía con fuerza. Tomi la alentó desde el público "¡Vamos, Alma!". Con un profundo suspiro, ella subió al escenario y empezó a cantar. La sorpresa fue que tenía una hermosa voz. Todos aplaudieron con entusiasmo.
Al terminar, la profesora Marta la abrazó y le dijo "Ves, Alma, tienes un talento increíble. ¡Estoy muy orgullosa de vos!" - Alma sonrió, sintiéndose más segura que nunca.
Al otro día, la profesora propuso una última actividad: construir una gran cabaña con ramas y hojas. Cada uno debía aportar algo, y todos se pusieron a trabajar. Alma se encargó de buscar las ramas más resistentes. "Yo puedo ser la supervisora" - dijo emocionada. Mientras trabajaban, se dieron cuenta de que para hacer la cabaña necesitaban organizase. Alma sugirió "¿Y si formamos equipos?". Todos coincidieron y cada equipo se ocupó de una parte.
El resultado fue espectacular: un refugio enorme que todos disfrutaron. La profesora decidió hacer una fiesta de despedida en la cabaña. Esa noche, entre risas y historias alrededor de la fogata, Marta dijo "Lo importante de este campamento es que cada uno de ustedes se animó a salir de su zona de confort y descubrir que juntos son mucho más fuertes".
La profesora Marta miró a Alma y le sonrió "Nunca te subestimes, tenés una voz increíble y sos una gran líder en tu grupo".
Alma se sintió feliz, rodeada de sus amigos. Aprendió que la valentía no siempre significa ser el más fuerte, sino intentar hacer lo que uno quiere hacer, y sobre todo, ayudar a otros. Volvieron a casa con recuerdos inolvidables, nuevos amigos y muchas ganas de seguir aprendiendo juntos.
Y así, el gran campamento se convirtió en una experiencia que los acompañaría para siempre.
FIN.