El Gran Carnaval de Berta y su Tigre
Era un lindo día de carnaval en el barrio de Berta. Los colores brillaban y los sonidos de la música llenaban el aire. Berta siempre esperaba con ansias esta festividad, ya que era la ocasión perfecta para mostrar su creatividad. Este año, decidió disfrazar a su querido gato, Canela.
"- ¡Hoy vamos a hacer historia, Canela!", le dijo Berta con una gran sonrisa mientras sacaba un brillante disfraz de tigre de Bengala. El disfraz era de rayas naranjas y negras, y tenía una hermosa cola que parecía real.
Canela, que en general era un gato tranquilo y un poco perezoso, observaba con desconfianza. "- ¿Yo? ¿De tigre? No sé si es una buena idea, Berta", respondió, estirando sus patas. Pero Berta lo ignoró y comenzó a ponerle el disfraz.
"- ¡Mirá lo espectacular que te queda!", exclamó mientras le colocaba la última pieza: una diminuta diadema con orejas puntiagudas. "- ¡Ahora sos el tigre más hermoso del barrio!"
A medida que avanzaba el carnaval, Berta y Canela se unieron al desfile. Los niños reían y aplaudían a su paso. "- ¡Mirá el gato tigre! ¡Es el mejor disfraz!", gritaron algunos. Canela no podía creerlo. La transformación que había experimentado estaba volviendo su personalidad más juguetona.
"- ¡Berta, esto es divertido!", maulló Canela, comenzando a saltar y jugar entre los niños. Sin embargo, cuando llegaron al desfile principal, las cosas se complicaron. Un gran perro disfrazado de león apareció inesperadamente. Era enorme y tenía una melena de pelaje dorado que asustaba un poco a los gatos.
Canela se quedó parado, petrificado entre la multitud. "- ¡Berta! ¡Ese perro se ve aterrador!", dijo con voz temblorosa. Berta se agachó, intentando tranquilizarlo. "- ¡Tranquilo, Canela! Solo es un disfraz. Recordá que sos un tigre que no le teme a nada. ¡Dejá que salga tu espíritu aventurero!"
Canela miró al perro. Al principio, el miedo lo paralizaba. Pero después, recordó cómo había estado saltando y jugando hace un momento. "- Tienes razón, hay que disfrutar!", se dijo a sí mismo. Con un gran salto, salió corriendo hacia el perro disfrazado, maullando con valentía.
Los espectáculos de carnaval siguieron, y de repente, Canela y el perro se encontraron en una pelea de juegos. "- ¡Soy un tigre, y no le tengo miedo a un león!", gritó Canela mientras corría alegremente. Los dos comenzaron a jugar, corriendo de un lado a otro, con el bombo de la música de fondo.
Berta se rió al ver a su gato tan feliz y atrevido. "- ¡Eso es, Canela! Así se hace, ¡juguemos todos!".
Así, Canela y el perro se convirtieron en el centro de atención del carnaval, haciendo que todos se unieran a su diversión. La gente aplaudía y vitoreaba, creando un ambiente festivo aún más vibrante. Y cuando llegó la noche, Canela estaba agotado, pero contento. "- No puedo creer que haya hecho nuevos amigos, Berta. ¡Pasé el mejor carnaval de mi vida!", dijo mientras se acurrucaba a su lado.
"- Y todo gracias a que te animaste a ser un tigre valiente, Canela. Nunca olvidemos que dentro de nosotros hay mucho más de lo que creemos", respondió Berta, acariciando su suave pelaje. Y así, Canela aprendió que, a veces, sólo hay que dejarse llevar y encontrar el coraje que llevamos dentro. En los días siguientes, incluso se atrevió a explorar el jardín, sintiéndose más audaz que nunca, como todo un verdadero tigre.
El carnaval terminó, pero la amistad y el coraje de Canela se quedaron con él. Desde ese día, cada vez que se ponía su disfraz de tigre, recordaba que en cada uno de nosotros hay una chispa de valentía esperando ser descubierta.
FIN.