El Gran Carrera de los Dinosaurios
Era un día soleado en Dinoville, un lugar donde los dinosaurios vivían en armonía y se divertían jugando en el parque. En esta ciudad peculiar también existía una policía muy especial: los Dinosaurios Policías. Entre ellos estaba Dino, un velociraptor valiente y astuto, y su compañero, T-Rex, que aunque era un poco torpe, tenía un gran corazón.
Un día, mientras patrullaban el parque, Dino se cruzó con un extraño objeto. Era un auto helicóptero, que volaba sobre la ciudad como si estuviera buscando algo.
"¡Mirá eso, T-Rex! ¿Qué será ese artefacto volador?" - preguntó Dino, apuntando con su pata.
"No sé, pero parece divertido. ¿Crees que podamos subirnos?" - respondió T-Rex, mirando con curiosidad.
Decididos a averiguarlo, se acercaron. El auto helicóptero comenzó a descender lentamente y, ¡sorpresa! Del interior salió un pequeño robot llamado Roby.
"¡Hola, amigos dinosaurios! Soy Roby y vengo de una ciudad lejana. He llegado para ayudar en la gran carrera de DinoVille. ¿Les gustaría participar?" - anunció el robot con entusiasmo.
"¿Una carrera? ¡Suena increíble!" - exclamó T-Rex, moviendo su cola.
Dino pensó por un momento y dijo:
"Pero, T-Rex, no solo se trata de ganar. También debemos ser justos y ayudar a los demás en el camino."
"Tenés razón, Dino. ¡Vamos a traer diversión y ayudar a todos!" - respondió T-Rex con una gran sonrisa.
La carrera iba a ser por toda la ciudad, y los que quisieran participar debían inscribirse. Muchos dinosaurios estaban emocionados: había triceratops, brontosaurios y hasta pequeños pterodáctilos. Todos querían unirse a la aventura.
Cuando llegó el día de la carrera, Roby explicó cómo funcionaba:
"El primer dinosaurio en completar la vuelta a la ciudad ganará el trofeo, pero deben ir ayudando a los que se encuentren en el camino. ¡Cualquiera puede ganar si muestra solidaridad!"
Al comenzar la carrera, los dinosaurios salieron disparados. Dino y T-Rex estaban determinados a terminar juntos y ayudar a quien lo necesitara. En el trayecto, se encontraron con un pequeño triceratops que se había atorado en un arbusto.
"¡Ayuda! No puedo salir!" - lloraba el triceratops.
"¡No hay problema! Vamos a ayudarte!" - dijo T-Rex.
Dino y T-Rex empujaron suavemente el arbusto y, con un gran esfuerzo, lograron liberar al pequeño triceratops.
"¡Gracias, amigos! No sé qué haría sin ustedes" - dijo el triceratops emocionado.
"¡Ahora vamos juntos!" - sugirió Dino.
Así continuaron avanzando, haciendo nuevas amistades a lo largo del camino. De repente, se encontraron con un grupo de pterodáctilos que no podían volar porque su nido se había caído.
"¡Ayuda! No podemos volver a nuestro hogar!" - chirriaban desesperados.
"No se preocupen, ¡los ayudaremos!" - dijo T-Rex.
Juntos, pusieron en práctica su ingenio y, con la ayuda del auto helicóptero, lograron reconstruir el nido con ramas y hojas. Los pterodáctilos estaban tan agradecidos que volaron sobre ellos, ayudando a motivar a todos los demás dinosaurios.
Finalmente, la carrera llegó al final, y aunque Dino y T-Rex no llegaron primeros, sí se llevaron el aplauso de todos por su espíritu solidario.
Roby, el robot, se acercó a ellos y sonriendo dijo:
"¡Felicidades, amigos! Todos ustedes son ganadores por su generosidad. Por eso, les daré el trofeo a todos los que ayudaron a los demás."
Todos los dinosaurios aplaudieron y celebraron juntos.
"¡Este trofeo representa el verdadero espíritu de DinoVille!" - exclamó Dino.
Y así, cada dinosaurio se dio cuenta de que en la vida, lo más valioso no es solo ganar, sino ayudar a los demás y disfrutar de la aventura juntos. Desde entonces, Dino y T-Rex se convirtieron en los mejores amigos de todos y siempre recordaron ese día como el comienzo de muchas más aventuras y carreras donde lo más importante era la unión de la amistad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.