El Gran Cocodrilo Dulce y la Aventura del Sabor
En un rincón del bosque, donde los árboles son altos y las flores de mil colores florecen, vivía un cocodrilo gigante llamado Lucio. Pero Lucio no era un cocodrilo cualquiera, ¡él era un cocodrilo dulce! Tenía una piel de color verde manzana y su aliento olía a golosinas.
Un día, en la orilla del río, Lucio se encontró con sus amigos, un grupo de animales muy curiosos: Lía la liebre, Tito el tucán y Pipo el pez payaso. Todos estaban ansiosos por conocer el secreto de la dulzura de su amigo.
"Lucio, ¿cómo logras ser tan dulce? ¡Queremos saberlo!" - preguntó Lía, dando pequeños saltitos.
"Es un misterio... siempre he sido así. Pero hay algo que me da mucha felicidad y es compartir mis dulces con ustedes" - respondió Lucio con una enorme sonrisa.
Así que, ese día, decidieron hacer una gran fiesta. Lucio se ofreció a cocinar un pastel gigante. Reunieron todos los ingredientes: harina, huevos, azúcar, y muchas, muchas golosinas. Mientras los animales buscaban los ingredientes, Lucio se sentó en la orilla del río y empezó a pensar en cómo hacer el pastel especial. Pero, cuando se levantó, ¡no podía creeer lo que había sucedido!
Unos traviesos monos habían tomado algunos de los ingredientes y habían comenzado a lanzarlos al aire, haciendo una gran lluvia de alimentos sobre el bosque.
"¡Ay no! ¡¿Qué harán ahora? !" - exclamó Tito, volando en círculos.
"¡Debemos detenerlos!" - grito Lía mientras corría.
Los amigos se unieron para detener a los monos, pero cuando se acercaron, se dieron cuenta de que estaban jugando y no querían hacerles daño. Lucio se acercó a ellos y dijo:
"¡Hola! Parece que estaban intentando jugar, ¿no? ¿Les gustaría unirse a nuestra fiesta en lugar de hacer un lío?"
Los monos se detuvieron y miraron a Lucio con grandes ojos curiosos.
"¡Sí!" - gritaron en coro.
Así que, el grupo decidió invitar a los monos a ayudar con el pastel. Cada uno tenía una idea brillante: los monos fueron perfectos para mezclar los ingredientes, Tito trajo frutas y Lía ayudó a decorar. Juntos, todos trabajaron como un equipo y al final, el pastel salió del horno con un espectacular aroma dulce.
Pero cuando todos pensaban que estaban listos para degustar, un gran ruido retumbó en la selva. Un enorme oso apareció en la escena, y todos se asustaron.
"¡Yo quiero ese pastel!" - rugió el oso, abriendo sus enormes garras.
Lucio, aunque un poco asustado, tuvo una idea.
"Espera, amigo oso. Este pastel no es solo para nosotros, ¡es para compartir!"
"¿Compartir?" - preguntó el oso, sorprendido.
"Sí, todos podemos disfrutarlo juntos. No hay nada mejor que compartir algo dulce" - dijo Lucio.
El oso se quedó pensando un instante antes de sonreír, y su mirada se suavizó.
"De acuerdo. Parece que será más divertido compartirlo" - dijo el oso.
Así que, todos los animales del bosque, incluyendo a los monos y al oso, se reunieron en torno al enorme pastel. Lucio cortó un pedazo enorme y lo compartió con todos. En ese momento, el río resonó con risas y alegría.
Después de la fiesta, todos estaban contentos, y Lucio les había enseñado una lección importante:
"A veces, el verdadero dulce en la vida es compartir momentos con amigos".
Desde ese día, Lucio no solo fue conocido como el cocodrilo dulce, sino también como el amigo que unió a todos en el bosque. ¡Y así, el sabor de la amistad se convirtió en el mejor manjar de todos!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.