El Gran Concierto de la Selva



Había una vez, en la mágica selva de Lluvia Verde, un grupo de animales que soñaban con organizar un gran concierto para celebrar la amistad. El director de orquesta, un viejo búho llamado Don Sabio, había convocado a todos para que se unieran y mostraran su talento.

"¡Vamos a hacer un gran espectáculo!", dijo Don Sabio desde su rama.

Una fiera leona llamada Lía se acercó.

"Yo quiero cantar, soy la mejor cantante de la selva!".

"Sí, pero también necesitas un poco de práctica y humildad", respondió el búho.

Lía, un poco ofendida, decidió que no iba a escuchar un consejo de un búho viejo. Así que se fue a practicar sola. Sin embargo, al poco tiempo se dio cuenta de que necesitaba a otros para aprender y mejorar.

Por otro lado, un pequeño ratón llamado Tito también soñaba con tocar el piano en el concierto. Con la ayuda de su madre, reunió algunas calabazas y troncos de madera.

"¡Mira lo que puedo hacer!", dijo Tito mientras golpeaba las calabazas con sus patas.

"Esto suena divertido, Tito!", dijo su amiga, la tortuga Tula, quien no podía contener su risa.

"Tenés que seguir practicando, pero es un gran comienzo", le animó Tula.

Los días pasaron, y mientras Lía cantaba para ser la estrella del espectáculo, Tito seguía trabajando en su música. Pero algo no estaba bien. La leona estaba demasiado concentrada en ser la mejor. Un día, mientras practicaba, se dio cuenta de que a nadie le importaba lo que hiciera sola.

"¿Por qué nadie viene a escucharme?", se preguntó Lía.

Decidida a cambiar las cosas, buscó a Tito y Tula.

"¿Puedo unirme a ustedes? Quiero aprender a tocar el piano. Puede que así todos vengan a escucharme", propuso Lía, sintiéndose un poco vulnerable.

Tito y Tula se miraron emocionados.

"¡Por supuesto!", gritaron al unísono.

Desde ese día, Lía, Tito y Tula practicaron juntos. Lía enseñó a Tito a vocalizar y Tito mostró a Lía cómo hacer sonar el piano. La tortuga, por su parte, daba consejos sobre cómo conectar ambos talentos.

Todo iba bien hasta que un día, una tormenta azotó la selva.

"¡No puedo tocar bajo la lluvia!", exclamó Tito.

"No te preocupes, Tito. Solo debemos encontrar un lugar cubierto", sugirió Lía.

Juntos decidieron meterse en una cueva que encontraron cercana. Allí, los tres animales siguieron ensayando, aunque un poco más resguardados. Sin embargo, Lía, un poco preocupada, dijo:

"¿Y si la tormenta no se detiene? No podremos dar el recital..."

Tito respondió entusiasmado:

"No te preocupes, el cielo siempre se despeja después de llover, similar a lo que ocurre en la vida".

Pasaron los días y, luego de la tormenta, el sol apareció brillando sin nubes. Los animales de la selva se enteraron del concierto, y todos estaban muy emocionados.

Cuando llegó el gran día, la selva se llenó de colores y música. Tito tocaba el piano, Lía cantaba, y Tula bailaba con sus pasos lentos pero elegantes. ¡Todos los animales aplaudieron y disfrutaron del espectáculo de los tres amigos!

Al final, Don Sabio alzó sus alas y dijo:

"Hoy no solo hemos disfrutado de un maravilloso concierto, sino que también aprendimos la importancia de la amistad, la colaboración y la humildad. Nadie puede brillar solo; juntos somos más fuertes".

Desde entonces, Lía, Tito y Tula siguieron tocando juntos, y cada vez más animales se unieron a ellos. La selva aprendió que el verdadero valor estaba en compartir y apoyarse mutuamente en lugar de competir por la atención.

Y así, aquellos tres amigos se convirtieron en leyenda en la selva de Lluvia Verde, siempre enseñando a los demás el valor de la amistad y la colaboración.

FIN.

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