El Gran Concierto de la Selva
Era un cálido día en la selva, y todos los animales se preparaban para celebrar el Día Mundial de la Música. Había un murmullo de emoción en el aire mientras los pájaros cantaban melodías alegres y los monos se balanceaban entre los árboles, armando un bullicio festivo.
La tortuga Tula, conocida por su sabiduría, convocó a todos los animales para organizar el gran concierto.
"Queridos amigos, este año vamos a hacer algo especial. Cada uno de nosotros tocará un instrumento y queremos que sea una fiesta inolvidable para todos. ¿Quién se anima a participar?" - dijo Tula con una voz suave.
Todos los animales levantaron la mano entusiasmados. La vaca Lulú eligió el acordeón, el loro Paco decidió tocar el saxofón, mientras que el elefante Tito se encargó de los tambores. Pero cuando la anaconda Ana se ofreció a tocar la flauta, algunos animales empezaron a murmurar.
"¿Una anaconda tocando la flauta?" - exclamo el mono Simón burlándose. "Es raro, ¿no?"
Ana, aunque un poco insegura, sonrió y dijo: "¡Por supuesto! La música es para todos y no importa el tipo de animal que seas. Yo he estado practicando desde hace mucho tiempo.
Algunos animales seguían dudando de las habilidades de Ana, pero la tortuga Tula la alentó: "No dejes que las comentarios de los demás te desanimen, Ana. La música viene del corazón. ¡Hagamos que nuestra fiesta sea divertida!"
Con el tiempo de preparación en marcha, comenzaron a ensayar. Ana se escondía detrás de un gran árbol mientras practicaba su parte. Pese a su timidez, su flauta sonaba dulce y melodiosa, pero aún oía los comentarios de algunos animales.
"Esto va a ser un desastre" - decía el loro Paco en voz baja. "¿Cómo va a tocar una serpiente un instrumento de viento?".
El día del concierto llegó y la selva estaba embellecida con hojas y flores de colores. Todos los animales estaban emocionados y el aire vibraba con expectativas.
La tortuga Tula salió al escenario primero, con su acordeón, seguida por el loro Paco y el elefante Tito. Todos aplaudieron mientras la música llenaba el aire.
Finalmente, llegó el turno de Ana. Un fuerte susurro recorrió la multitud. Ella se sintió temerosa, pero recordó las palabras de aliento de Tula.
Miró hacia el público y vio a sus amigos allí, sonriendo y animándola. Finalmente, tomó una profunda respiración y comenzó a tocar su flauta. La melodía fue tan hermosa y encantadora que todos quedaron boquiabiertos.
¡Los sonidos de la flauta de Ana fluían con tanta gracia que la selva entera parecía fusionarse con su música! Todos los animales, incluso aquellos que habían dudado de ella, comenzaron a aplaudir y bailar.
Cuando terminó su actuación, la selva resonó con un ruidoso aplauso.
"¡Bravo, Ana! ¡Eres increíble!" - exclamó Lulú la vaca.
"Nunca pensé que una anaconda pudiese tocar tan maravillosamente" - admitió el loro Paco, visiblemente impresionado.
Desde ese día, Ana no solo se convirtió en la estrella del concierto, sino también en un símbolo de valentía y confianza en sí misma. Todos aprendieron que la música, efectivamente, no tiene barreras.
La celebración terminó con risas, bailes y, sobre todo, el entendimiento de que cada uno de nosotros tiene talentos únicos que pueden brillar cuando nos atrevemos a mostrarlos. La selva entera se unió para tocar su propia sinfonía, mostrando al mundo que la diversidad es lo que hace a la música tan especial.
FIN.