El Gran Concurso de Acentuación
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Letrasville, un grupo de niños que estaban muy emocionados. En pocos días, se llevaría a cabo el Gran Concurso de Acentuación, un evento que todos los años congregaba a los mejores estudiantes de la escuela. Este año, el concurso sería más especial que nunca, ya que la maestra Sofía había prometido un premio increíble al ganador: un enorme libro de cuentos llenos de aventuras.
Entre los participantes estaba Lucas, un niño muy curioso que siempre tenía un lápiz en la mano. También estaba Ana, que era la más rápida para escribir, y Julián, que amaba los desafíos. Desde que la maestra les había enseñado sobre la acentuación, Lucas estaba decidido a ganar el concurso.
"¡No puedo esperar!", dijo Lucas. "Voy a estudiar todas las reglas de acentuación. ¡No me quiero perder el libro de cuentos!"
Ana, que siempre había sido buena en ortografía, sonrió. "Yo también voy a estudiar. Pero hay tantas reglas, a veces me confundo."
Julián, que aunque era un poco más relajado, les dijo: "Chicos, no se preocupen, ¡podemos practicar juntos! Así se nos hará más fácil."
Los tres amigos se reunieron en el parque todos los días después de clase. Con cada reunión, Lucas les explicaba las reglas de acentuación. Les habló de las palabras agudas, graves y esdrújulas. Les contó que las palabras agudas llevan tilde cuando terminan en 'n', 's' o vocal, y que las palabras graves llevan tilde cuando NO terminan en 'n', 's' o vocal. Ana prestaba atención y escribía todo en su cuaderno. Julián, por su parte, hacía más preguntas.
"¿Y qué pasa con las esdrújulas?", preguntó Julián. "¿Siempre llevan tilde?"
Lucas le respondió con entusiasmo. "¡Exacto! Todas llevan tilde, sea como sea."
Mientras pasaban los días, se sintieron cada vez más seguros. Pero, cuando faltaba solo una semana para el concurso, sucedió algo inesperado. Un nuevo estudiante llegó a Letrasville y se presentó como Mateo. Era muy astuto y parecía saber mucho sobre acentuación.
"¿Quieren aprender un truco?", preguntó Mateo al ver a los tres amigos estudiando. "Puedo enseñarles una canción que ayuda a recordar las reglas."
Los amigos estaban intrigados y, por supuesto, aceptaron. Mateo se puso a cantar una melodía pegajosa y divertida sobre acentuación.
"Acentúa bien y serás feliz,
aguda, grave y esdrújula, así.
Si lleva tilde, no hay error,
con este ritmo, serás el mejor."
Ana, Lucas y Julián empezaron a bailar al ritmo de la canción y se sorprendieron al ver cuánto más fácil era recordar las reglas.
"Esto es genial!", exclamó Ana. "¡Con esta canción, no voy a olvidar nada!"
Sin embargo, Lucas tenía una duda. "Pero, ¿qué pasará en el concurso? ¿Si te escuchan cantar, no piensan que estás haciendo trampa?"
Mateo sonrió. "No te preocupes. Lo importante es saber, no cantar. Además, podemos hacer un grupo, así aprendemos juntos."
Los cuatro amigos decidieron unirse para practicar en conjunto. Jugaron a hacer preguntas y respuestas sobre la acentuación y se apoyaban unos a otros. Mañana del concurso, estaban todos nerviosos, pero compartieron un desayuno juntos para animarse.
Cuando llegó el gran día, el aula se llenó de estudiantes. La maestra Sofía, emocionada, explicó las reglas del concurso. Se harían varias pruebas y durante cada una, se premiaría la buena acentuación. ¡Los amigos estaban listos!
La primera ronda fue de palabras agudas, ¡y todos se lucieron! En la segunda ronda, las preguntas eran sobre palabras graves y esdrújulas. Todos estaban tan concentrados, que se olvidaron de los nervios.
"¡Lo estamos haciendo genial!", exclamó Julián. "Solo queda la última ronda. ¡Vamos a darlo todo!"
Finalmente, llegó el momento decisivo. La maestra le preguntó a cada uno de los estudiantes su palabra favorita y la forma en la que se acentúa. Cuando llegó el turno de Mateo, respondió con seguridad. Pero, ¡para sorpresa de todos, se equivocó!"La palabra café lleva tilde", dijo antes de darse cuenta de que lo había dicho al revés. Todos miraron con asombro.
"¡Mateo se equivocó!", exclamo Ana. "¿Eso significa que ya no puede ganar?"
La maestra Sofía sonrió y dijo: "Muy bien, Mateo. Todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos."
Al final del concurso, la maestra anunció al ganador. ¡Era Lucas!"Por su esfuerzo y dedicación, se lleva el gran libro de cuentos."
Lucas no podía creerlo. "Esto es increíble. Pero quiero compartirlo con todos. ¡Sin ustedes no lo habría logrado!"
Mateo, Ana y Julián sonrieron. "¡We did it together!" (¡Lo hicimos juntos! ) - exclamaron al unísono.
Y así, estos amigos no solo aprendieron sobre acentuación, sino también que el trabajo en equipo y el apoyo mutuo los llevó a alcanzar sus metas. Al final, las aventuras que encontrarían en aquel libro de cuentos serían más brillantes aún al vivirlas juntos. Desde ese día, el ritmo de la canción de Mateo sonaba a menudo en el parque, recordándoles que siempre se puede aprender con alegría.
FIN.