El Gran Concurso de Ciencias



Era un día soleado en la escuela primaria 'Arco Iris'. Todos los alumnos estaban emocionados porque se acercaba el Gran Concurso de Ciencias, y todos querían presentar el proyecto más increíble. Tomás, un niño curioso y entusiasta, y su mejor amiga, Sofía, decidieron que trabajarían juntos en algo realmente especial.

"¿Qué te parece si hacemos un volcán?" - sugirió Sofía, con los ojos brillantes de emoción.

"¡Sí! Pero queremos que explote de verdad, ¿no?" - respondió Tomás, saltando de alegría.

Los dos amigos se pasaron semanas planeando y recolectando materiales. Recogieron tierra, bicarbonato de sodio y vinagre, y hasta pidieron un poco de ayuda a sus padres para conseguir una botella grande. Mientras trabajaban, tuvieron un sinfín de discusiones divertidas y momentos de frustración.

Un día, mientras estaban en casa de Tomás preparando todo, tuvieron un pequeño contratiempo. La botella se rompió.

"¡No puede ser!" - gritó Tomás, mirando los pedazos de plástico por el suelo.

"No te preocupes, esto es parte del proceso. Vamos a encontrar otra forma de hacerlo", lo animó Sofía.

Esa noche, en lugar de rendirse, pensaron en cómo podrían volver a empezar. Decidieron investigar nuevos métodos para hacer un volcán y se inspiraron en un video que vieron en Internet. Rápidamente, comenzaron a hacer nuevos planes, incorporando ideas que jamás habían imaginado usar.

Día a día, su proyecto iba tomando forma. El enorme volcán estaba listo, y hasta lograron crear un paisaje de ensueño alrededor. Sin embargo, había un desafío más: un rival muy popular y seguro de sí mismo llamado Nicolás, que siempre había ganado todo en la escuela.

"Ellos nunca van a ganar, ¡seguro que su volcán va a ser un fiasco!" - rió Nicolás una mañana, mientras se preparaban para el concurso.

"Solo hay que dar lo mejor de nosotros y divertirnos" - dijo Sofía, apretando la mano de Tomás.

El día del concurso llegó. Todos los chicos estaban nerviosos y emocionados. Cada uno mostró sus proyectos, desde cohetes de papel hasta plantas que cambiaban de color. Cuando llegó el turno de Tomás y Sofía, sintieron un cosquilleo en el estómago.

"Está bien, Sofía. Solo respiremos y disfrutemos de este momento" - dijo Tomás, tratando de calmarse.

"Exacto, ¡vamos a brillar!" - le respondió Sofía confiada.

Le pusieron un toque final a su volcán y comenzaron la demostración. Para su sorpresa, cuando realizaron la mezcla de vinagre y bicarbonato, ¡el volcán hizo una explosión brillante de colores! Todos los chicos se quedaron asombrados, y entre risas y aplausos, la adrenalina fue al máximo.

Justo cuando pensaban que iba a ser su momento de triunfo, Nicolás se interrumpió y utilizó un pequeño truco para hacer que su propio volcán hiciera un espectáculo espectacular de humo que llenó la sala. A pesar de que dentro de ellos crecía la frustración, Tomás y Sofía decidieron aplaudir.

Cuando el jurado se reunió para deliberar, Tomás se sintió triste. Habían trabajado tanto y parecía que no les alcanzaría. Pero, para su sorpresa, el jurado destacó la creatividad y el espíritu de trabajo en equipo que habían demostrado.

"El premio al mejor proyecto es para Tomás y Sofía por su volcán encantado y su impresionante capacidad para innovar en equipo" - anunció la maestra.

"¡Lo logramos!" - gritaron juntos, con una alegría tan inmensa que se abrazaron fuertemente.

Al final del día, aprendieron que lo importante no era ganar, sino la experiencia de colaborar y superar obstáculos juntos. Y así, se convirtieron en un gran equipo, listos para enfrentar cualquier proyecto que se les presentara en el futuro, quitándose el miedo al fracaso y abrazando la magia de la creatividad y la amistad.

FIN.

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