El Gran Concurso de Ciencias
Había una vez, en un pequeño pueblo, cuatro amigas inseparables: Lianny, Jilari, Manuela y Delfina. Un día, mientras estaban en la plaza jugando, escucharon a unos chicos hablar sobre un gran concurso de ciencias que se llevaría a cabo en la escuela.
"¿Qué es un concurso de ciencias?"- preguntó Lianny, curiosa.
"Es una competencia donde los estudiantes presentan proyectos de ciencia y tecnología, y hay premios para los mejores!"- respondió uno de los chicos.
"¡Eso suena increíble!"- exclamó Jilari, con ojos brillantes.
"Podríamos participar y crear algo genial juntas"- sugirió Manuela.
"Sí, pero necesitamos una idea…"- agregó Delfina, pensativa.
Las cuatro amigas decidieron que participarían, y comenzaron a pensar en qué proyecto podrían hacer. Tras un rato de brainstorming, Delfina tuvo una idea brillante:
"¡Y si hacemos un jardín vertical que ayude a purificar el aire!"-
A las demás les encantó la idea, así que se pusieron manos a la obra. Cada una asumió un rol. Lianny se encargó de investigar sobre plantas, Jilari de diseñar el jardín, Manuela de recolectar materiales y Delfina de documentar el proceso.
Al principio, todo parecía ir bien. Recolectaron botellas de plástico, tierra y semillas. Pero al día siguiente, cuando empezaron a armarlo, se dieron cuenta de que algo no encajaba.
"Esto no queda como lo imaginamos"- se quejó Jilari, frustrada.
Las chicas se sentaron a pensar. Entonces Manuela, que siempre tenía una actitud positiva, dijo:
"Quizás podemos usar un tubito para conectar mejor las botellas y crear una forma más divertida"-
Con esta idea, cada una comenzó a aportar más, y el proyecto fue tomando forma. Sin embargo, a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que necesitaban más materiales de los que habían buscado y no tenían suficiente dinero.
"No sé cómo haremos, no tenemos mucho dinero"- dijo Lianny, preocupada.
"Pero podemos hacer una rifa y vender entradas para una merienda, así conseguiremos lo que necesitamos"- propuso Delfina.
Las chicas se pusieron manos a la obra y organizaron una merienda con tortas y juegos. Lo llamaron "El Gran Té de las Amigas" y aprovecharon para contarles a sus familiares sobre su proyecto. Todos se emocionaron y, al final, recaudaron más de lo que imaginaban.
Con los materiales en mano, trabajaron día y noche, y al fin llegó el día del concurso. Su jardín vertical estaba espectacular, lleno de plantas que habían elegido con mucho cariño. Cuando llegó la hora de presentar, las chicas estaban nerviosas.
"No olviden lo que ensayamos"- les recordó Jilari, tratando de tranquilizarlas.
"¡Lo haremos bien, confíen en nosotras!"- les sonrió Manuela.
Cada una habló de su parte con confianza, y al terminar, se sintieron felices por el esfuerzo que habían realizado juntas. El jurado las escuchó atentamente, y aunque hubo muchos otros proyectos increíbles, cuando anunciaron los ganadores, las chicas no podían creerlo. ¡Habían ganado el primer lugar!"¡Lo logramos!"- gritaron todas abrazándose.
"Esto es solo el comienzo, debemos proteger nuestra Tierra con más jardines como este"- sugirió Delfina.
"Sí, ¡y podemos enseñarle a otros a hacer lo mismo!"- agregó Jilari emocionada.
Desde ese día, las amigas comenzaron a realizar charlas en su escuela sobre la importancia de cuidar del medio ambiente y crear espacios verdes. Aprendieron que trabajando en equipo y compartiendo ideas, podían lograr cualquier cosa.
Así, Lianny, Jilari, Manuela y Delfina no solo se convirtieron en ganadoras del concurso, sino también en defensoras de la naturaleza, inspirando a otros a se parte del cambio.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.