El Gran Concurso de Dibujo



En un colorido pueblo llamado Colorandia, se organizó un Gran Concurso de Dibujo. Todos los niños del pueblo estaban muy emocionados por participar. La ganadora recibiría una bicicleta nueva y muchos caramelos. Entre los pequeños artistas se encontraban: Sofía, un niña que amaba dibujar paisajes; Tomás, que soñaba con ser un gran arquitecto; y Lucas, que siempre traía consigo un cuaderno lleno de personajes fantásticos.

**Dibujo 1:** Sofía dibujando un hermoso valle lleno de flores y árboles bajo un cielo azul.

Un día, mientras se preparaban para el concurso, Sofía se sintió insegura de su dibujo.

"No sé si lo que hice es lo suficientemente bueno", dijo Sofía con la cabeza gacha.

Tomás, que había hecho un dibujo de un increíble castillo, respondió:

"Sofía, algo importante es disfrutar el proceso. Tu dibujo transmite alegría, y eso vale mucho más que ganar."

**Dibujo 2:** Tomás mostrando su castillo dibujado con torres altas y un puente levadizo.

Mientras tanto, Lucas estaba un poco preocupado porque sentía que sus personajes no estaban bien dibujados.

"Mis monstruos no son tan divertidos como lo esperaba", se lamentó Lucas, frunciendo el ceño.

Sofía, intentando animarlo, contestó:

"Lucas, lo que importa es que ellos cuenten una historia. A la gente le encantan las historias. ¡Haz que bailen!"

**Dibujo 3:** Lucas dibujando a sus personajes, ahora con sombreros de fiesta y sonrisas.

El día del concurso, todos los niños estaban ansiosos y los dibujos llenaban el escenario del pueblo. Los jueces, un grupo de artistas bien conocidos, comenzaron a mirar cada obra con atención. Luego de unos minutos, se acercaron a Sofía.

"Tu paisaje es hermoso y refleja la alegría de la primavera. Pero, ¿te gustaría agregar algo más?", le preguntó uno de los jueces.

Sofía rió y dijo:

"Voy a dibujar un arcoíris, así celebro la diversidad de nuestro pueblo."

**Dibujo 4:** Sofía añadiendo un brillante arcoíris a su paisaje.

Finalmente, llegó el turno de Lucas, y cuando mostró sus personajes, el público se rió al ver cómo sus criaturas estaban bailando con alegría.

"¡Eso sí que da energía!", exclamó una jueza.

Tomás también se sintió inspirado y mientras dibujaba más detalles en su castillo, recordó lo que Sofía le había dicho.

"Tendría que agregar una fiesta en el salón del castillo", dijo, burlándose, mientras hacía unos personajes vestidos de gala.

**Dibujo 5:** Tomás añadiendo personajes con trajes elegantes en su castillo.

Al final del concurso, todos los niños se sintieron ganadores porque habían dado lo mejor de sí mismos y, más importante, se habían apoyado entre amigos, aprendiendo que la verdadera alegría no radica solo en ganar, sino en participar y disfrutar del arte.

El jurado tuvo el arduo trabajo de elegir a los ganadores, pero al final, decidieron que todos merecían un premio especial por su entusiasmo y creatividad. Todos los niños recibieron caramelos y una medalla.

"Esto fue increíble, no pensé que dibujar podría ser tan divertido", dijo Lucas mientras disfrutaba de un caramelo.

"¡Y lo mejor es que tenemos un nuevo amigo!", sentenció Sofía.

Desde aquel día, en Colorandia, el concurso se volvió una tradición donde lo más importante era compartir, disfrutar el arte e inspirarse mutuamente, no importa quién ganara. Y así, los niños siguieron dibujando, generando historias en cada trazo, llenando el pueblo de risas y colores.

Con el tiempo, comenzaron a organizarse más actividades todos juntos, compartiendo sus pasiones y convirtiéndose así, en el mejor equipo de artistas del mundo.

FIN.

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