El Gran Concurso de Diversidad en Lugo



En la hermosa ciudad de Lugo, donde las calles de piedra cuentan historias de tiempos pasados y los caminos están llenos de aventuras, vivía un niño llamado Mateo. Mateo tenía 7 años y usaba una silla de ruedas porque le costaba un poco más moverse que a otros chicos. Pero eso nunca le impidió soñar en grande.

Un día, mientras paseaba por la plaza central, escuchó un anuncio que le llamó la atención. Era un concurso de talentos que se celebraría el 3 de diciembre, en conmemoración del Día Internacional de la Discapacidad. El concurso se llamaba "La Diversidad Es Nuestra Fuerza" y todos podían participar, independientemente de las habilidades que tuvieran.

"¡Tengo que participar!", dijo Mateo emocionado.

"Pero, ¿y si no ganas?", le preguntó su amiga Ana, un poco dudosa.

"No importa, lo importante es mostrar lo que puedo hacer y que la gente vea que todos somos diferentes, pero especiales a la vez."

Ana sonrió y decidió unirse a Mateo en su aventura. Todos los días después del colegio, se reunían en el parque para practicar. Mateo decidió que iba a mostrar su talento para contar historias. Tenía una imaginación desbordante y desde su silla de ruedas podía visualizar mundos mágicos.

El día del concurso llegó y la plaza estaba llena de gente. Había artistas de todo tipo: magos, cantantes y bailarines. Mateo se sentía nervioso, pero también emocionado. Cuando llegó su turno, se acercó al escenario con Ana a su lado.

"Hoy voy a contarles una historia sobre un héroe que no necesita volar ni tener superpoderes para ser valiente", comenzó Mateo, su voz resonando en toda la plaza.

A medida que contaba su historia, la gente se sumía en su relato. Habló sobre un pequeño dragón que soñaba con volar, pero que al final descubre que lo más valioso era ayudar a sus amigos en la tierra. La historia fue tan cautivadora que los murmullos de los espectadores fueron cada vez más intensos.

Después de su presentación, Mateo bajó del escenario sintiéndose feliz. Había hecho lo que se proponía: compartir su creatividad y demostrar que todos tenemos algo que aportar. Pero había algo más que estaba por venir.

Mientras todos esperaban el anuncio de los ganadores, la organizadora del evento se acercó al micrófono.

"Quiero agradecer a todos los participantes, pero hay alguien que ha tocado nuestros corazones de una manera especial."

Mateo no podía creerlo. Todo el mundo aplaudía y lo miraba con ojos brillantes.

"El premio del concurso no se otorgará solo a una persona. Hoy todos ustedes han ganado, porque cada uno, con sus talentos únicos, muestra que la diversidad es una gran fortaleza. ¡Mateo, ven aquí!"

Mateo se acercó al escenario, y la organizadora le entregó un hermoso trofeo en forma de arcoíris.

"Este trofeo representa la diversidad y la valentía. Todos podemos ser héroes de diferentes maneras. ¡Felicidades!"

Mateo sonrió de oreja a oreja, sintiendo una felicidad inmensa. En ese momento entendió que sus sueños eran posibles, que la diversidad era algo que había que celebrar, y que, aunque a veces puede parecer difícil, siempre hay una manera de brillar.

Desde entonces, cada 3 de diciembre, la Plaza de Lugo se llenaba de historias, música y risas, recordando a todos que ser diferentes es lo que nos hace especiales, y que todos, con nuestras propias capacidades, podemos ser verdaderos héroes.

FIN.

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