El Gran Concurso de Emojis



Era una mañana soleada en el pueblo de Sonrisas, donde vivían dos grandes amigos, Juana y Pedrito. Ellos eran muy diferentes: Juana era la chica más risueña del lugar, mientras que Pedrito tenía una mirada traviesa que siempre parecía decir que iba a hacer algo divertido. Un día, en la plaza del pueblo, les llegó un anuncio que decía:

"¡Gran Concurso de Emojis! La emoción será el tema, y habrá premios para los más creativos."

"¡Emocionante! - exclamó Juana, saltando de alegría. - Podemos mostrar nuestras emociones a través de los emojis. ¿Te sumás?"

"¡Sí! Pero tenemos que pensar en cómo transmitir las emociones. Cada emoji tiene algo especial", dijo Pedrito, acariciando su barbilla con expresión pensativa.

Juana y Pedrito se sentaron en un banco, y empezaron a hablar sobre las diferentes emociones que existían:

"La alegría es como este emoji: 🌟, brilla y hace reír a todos. - dijo Juana mientras sonreía ampliamente y movía las manos como si estuviera bailando.

"Y la tristeza, como este: 😢, se siente pesada y a veces se nos quiebra la voz. - añadió Pedrito, mirando hacia abajo y encorvando su espalda como un globito desinflado.

Juntos decidieron que cada uno crearía un emoji emocional y lo representarían con expresiones faciales y movimientos corporales. El gran día del concurso llegó, y los amigos se prepararon con su mejor ánimo.

Cuando les tocó presentar sus emojis, Juana fue la primera en salir al escenario.

"¡Hola a todos! - gritó con su voz alegre. - Mi emoji es de la felicidad: ¡miren! 😊. ¡Siento que puedo volar!"

Juana corrió por el escenario con los brazos extendidos, e hizo gestos como si estuviera surcando el cielo. El público aplaudió con entusiasmo.

Luego fue el turno de Pedrito. Se subió al escenario con una gran sonrisa, pero de pronto, cambió su expresión a una cara de miedo.

"¡Uh! - gritó Pedrito, llevando sus manos a las mejillas. - Este es el emoji asustado: 😱. ¡A veces el miedo puede hacernos sentir muy pequeños!"

El público rió y se emocionó con su actuación. Pedrito se encorvó y se movió de un lado a otro, imitando a alguien que temía al monstruo bajo la cama.

Cuando todos los participantes terminaron, el jurado deliberó. Sin embargo, mientras esperaban los resultados, un giro inesperado sucedió. El viento empezó a soplar, y un montón de papeles de colores voló por todo el escenario.

"¡Mirá! - gritó Juana, señalando. - ¡Los emojis escaparon!"

Rápido, Juana y Pedrito decidieron atraparlos, improvisando su propio concurso de emociones en el aire. Mientras corrían tras los papeles voladores, comenzaron a expresar otras emociones: sorpresa, tristeza, enojo y hasta amor. Cada vez que capturaban un emoji, representaban esa emoción de una manera única.

Al final del día, volvieron al escenario, con sus caras llenas de risas y sus corazones contentos. El jurado, muy impresionado por su creatividad, les otorgó un premio especial por el mejor uso de las emociones.

"Nunca se me había ocurrido que podríamos expresar tantas cosas solo con nuestras caras y movimientos. - dijo Pedrito, sonriendo. - ¿Te imaginas la próxima vez?"

"Sí, ¡podemos hacer una obra de teatro llena de emociones! - respondió Juana, saltando de felicidad nuevamente.

Y así, Juana y Pedrito aprendieron que las emociones son parte de la vida, y que podemos expresarlas de mil maneras. Lo más importante es compartirlas con los demás, porque a veces, al mostrar lo que sentimos, logramos conectar con el corazón de las personas.

Y colorín colorado, esta historia se ha acabado.

FIN.

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