El gran concurso de escucha



En el colorido y bullicioso pueblo de Villa Escucha, todos los habitantes estaban emocionados porque se acercaba el Gran Concurso de Escucha. En este concurso, los participantes debían demostrar quién era el mejor escuchando a los demás. El evento era famoso en todo el país, y este año prometía ser el más divertido de todos. Los personajes alocados y llamativos del pueblo estaban ansiosos por participar.

El concurso era organizado por la simpática y sabia Tortuga Rita, la cual tenía una gran experiencia en escuchar a los demás. Todos querían ganar el primer premio, que era nada más y nada menos que un par de enormes orejas de oro macizo, muy valiosas. Los participantes debían superar diferentes desafíos que pondrían a prueba su capacidad de escucha y comprensión.

El primer desafío consistía en escuchar atentamente a un grupo de pajaritos que cantaban melodías al mismo tiempo. El segundo desafío era escuchar las olas del mar contando cuántas veces chocaban contra la orilla en un minuto. El tercer desafío, el más difícil, consistía en escuchar los susurros de las flores para adivinar qué querían decir. Los concursantes tendrían que demostrar habilidades especiales para superar estos desafíos y ganar el codiciado premio y, sobre todo, el reconocimiento como el mejor escuchador del pueblo.

En el concurso participaban un grupo de personajes muy peculiares. El pato Carlitos, conocido por ser muy charlatán, estaba decidido a demostrar que también sabía escuchar. La oveja Susana, que siempre estaba preocupada por los demás pero a veces se distraía, quería demostrar que podía ser una excelente escuchadora. El zorro Matías, famoso por sus travesuras, también se había inscrito para el concurso. Y por último, la conejita Lola, quien siempre estaba saltando de un lado a otro, estaba determinada a mostrar su paciencia y concentración en el arte de escuchar. Cada uno tenía su propia razón para querer ganar el concurso, pero todos compartían la idea de que aprender a escuchar era una habilidad fundamental.

Durante las pruebas, los concursantes enfrentaron desafíos inesperados, como el ruido de una tormenta repentina, el canto de sirenas marinas que intentaban distraerlos y la tentación de una mesa llena de delicias que les hacían perder el foco. Sin embargo, cada uno logró superar los desafíos con esfuerzo y demostró, a su manera, que eran capaces de escuchar y entender a los demás.

Finalmente, llegó el momento de que la Tortuga Rita anunciara al ganador. Después de evaluar cuidadosamente todas las pruebas, declaró que no podía haber un único ganador, ya que todos habían demostrado en diferentes momentos su capacidad de escucha y comprensión. Los concursantes se miraron sorprendidos y luego sonrieron, felices de haber aprendido que escuchar no se trataba solo de prestar atención a las palabras, sino de estar presentes, ser comprensivos y esperar el turno para compartir lo que pensaban. El Gran Concurso de Escucha terminó siendo una lección para todos, incluyendo la audiencia que, con emoción, celebró el valor de saber escuchar.

De esta forma, en Villa Escucha todos aprendieron que escuchar al otro, escuchar al compañero y esperar el turno no solo los convertía en mejores competidores, sino también en mejores amigos y vecinos. Y todos coincidieron en que, a partir de ese día, el pueblo de Villa Escucha se destacaría por ser un verdadero ejemplo de comunidad donde la escucha activa y el respeto por los demás eran los pilares fundamentales.

FIN.

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