El Gran Concurso de Fotosíntesis
Era un hermoso día en el bosque de Verdetierra, donde todos los árboles susurraban al viento y las flores sonreían al sol. En este lugar mágico, las plantas no solo crecían, sino que era un lugar muy especial donde todos querían demostrar su talento.
Un año, el gran roble Don Robustiano organizó el Concurso de Fotosíntesis, un evento donde las plantas competían para ver quién podía hacer la mejor fotosíntesis. El premio era un rayo de sol dorado que duraría todo el año, y quien lo tuviera sería el más brillante de todos.
Las plantas empezaron a prepararse. La pequeña flor Lila estaba muy nerviosa. "¿Y si no puedo? Soy tan pequeña y frágil..."- se dijo a sí misma mientras miraba a las enormes plantas que la rodeaban.
Pero su amigo, el sabio cactus, Don Espino, la animó. "No te preocupes, Lila. La fotosíntesis no se trata solo de ser grande. Se trata de hacer lo mejor que puedas con lo que tienes."
Así que Lila decidió intentarlo. Se concentró en absorber la luz del sol con sus pétalos y, al mismo tiempo, tomaba el agua del suelo y el dióxido de carbono del aire. Sin embargo, mientras Lila practicaba, no todo iba bien. La competencia se tornó intensa. El gigante girasol, que era famoso por su gran tamaño y hermosas flores, comenzó a presumir. "Miren cómo brilla mi todo mi tallo. Un sol dorado será mío, ¡y yo lo llevaré a la cima!"-
Lila respiró hondo, tratando de no sentirse derrotada. En la primera ronda del concurso, todos debían mostrar lo que habían producido con su fotosíntesis. Al llegar su turno, Lila pensó que no tendría nada que mostrar. Sin embargo, al abrir sus pétalos, sus colores brillaron con una luz suave, y ella de repente se sintió llena de energía. "Puedo hacerlo", se repitió mientras el jugo dulce de su néctar caía de sus hojas.
Don Robustiano observó con atención. "¡Increíble, Lila! Tu néctar es especial, ha sido producido con amor y dedicación."
Contenta, Lila se volvió a su amigo Don Espino, que le dio un guiño. "Ves, Lila, cada uno tiene su propio estilo de fotosíntesis. No se trata sólo de competir, sino de ser uno mismo."
A medida que avanzaba la competencia, Lily le mostró a cada uno de los concursantes que la fotosíntesis podía ser divertida y emocionante. Se organizó una actividad en la que todos debían trabajar juntos, creando una gran pintura en la tierra que representara la fotosíntesis de cada uno. Así, en vez de ser una competición, todos colaboraron, mezclando colores y formas.
Finalmente, Don Robustiano, tocado por la unión y el esfuerzo colectivo, propuso un giro al concurso. "Este año no solo habrá un ganador, sino que todos recibirán el rayo de sol dorado, porque cada uno ha mostrado que la verdadera magia de la fotosíntesis no solo está en producir alimento, sino también en compartir lo que somos con los demás."
Aquel día, el bosque de Verdetierra brilló con mil colores. Lila no solo aprendió que puede hacer fotosíntesis y destacar en lo que ama, sino que también comprendió la importancia de la amistad y el trabajo en equipo. Así, todos disfrutaron del rayo de sol dorado, haciéndose amigos aún más cercanos y prometiendo compartir sus logros en el futuro.
Desde ese día, cada día fue como un concurso en Verdetierra. Todos crearon, compartieron y, sobre todo, florecieron con la magia de la fotosíntesis, mientras las sombras de los árboles susurraban al viento, celebrando la unión de toda la vida en el bosque.
Y así concluyó el gran concurso. Lila nunca más dudó de su capacidad y siempre recordará que lo importante no es ganar, sino brillar junto a los demás.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.