El Gran Concurso de Inventos



Una soleada mañana en el barrio de La Alegría, cuatro amigos: Andrés, Camilo, Mariana y Gabriela, decidieron que era el momento de hacer algo extraordinario. Habían escuchado rumores sobre un concurso de inventos que se iba a llevar a cabo en la plaza central,

- ¡Vamos a participar! - dijo Andrés, entusiasmado, mientras dibujaba un boceto en su cuaderno.

- ¿Y qué invento haremos? - preguntó Mariana, mirando el dibujo con curiosidad.

- Yo tengo una idea brillante, un reloj que siempre sabe a qué hora es en cualquier parte del mundo - propuso Camilo, inflando el pecho de orgullo.

- Pero eso ya existe - respondió Gabriela, y rieron juntos.

Luego de discutir distintas ideas, decidieron que inventarían algo que ayudara a los vecinos. Gabriela sugirió:

- ¿Y si hacemos un aparato que recoja la basura del parque? Así ayudamos a cuidar nuestro barrijo.

Todos estuvieron de acuerdo, y con mucho entusiasmo se dividieron las tareas. Andrés se encargó del diseño, Camilo de la mecánica, Mariana de la parte electrónica y Gabriela de las pruebas.

Después de días de trabajo, el día del concurso llegó. El sol brillaba, y el parque estaba lleno de gente que había sido invitada a ver los inventos. Cuando llegó su turno, los amigos se pusieron nerviosos, pero al ver el entusiasmo de la gente, se llenaron de valor.

- ¡Presentamos el "Recolector Mágico"! - exclamó Andrés.

Los cuatro mostraron su creación: un carrito que, al ser empujado por un niño, recolectaba todo tipo de basura mientras sonaba una canción divertida. El público aplaudió con entusiasmo. Sin embargo, aún quedaba un freno inesperado.

Un niño del público, que no parecía tan convencido, levantó la mano y preguntó:

- ¿Y cómo sabemos que no se va a romper?

Mariana tomó la palabra:

- Para eso lo hemos preparado. ¡Miren!

Y con un gesto, los amigos hicieron una demostración, llevándolo hasta una pequeña montaña de papeles. El recolector se trabó. Todo quedó en silencio. Camilo respiró hondo y dijo:

- Cada invento tiene sus fallas, pero nosotros aprendimos algo: lo importante es no rendirse.

Sin desanimarse, Gabriela propuso:

- ¡Vamos a solucionarlo!

Mientras arreglaban el problema, un grupo de niños se acercó y se ofreció a ayudar. Juntos, lo hicieron funcionar de nuevo. Andrés estaba sorprendido.

- ¡Increíble! La unión hace la fuerza.

Finalmente, el equipo tuvo éxito y el recolector funcionó a la perfección. El jurado, tocado por su perseverancia y trabajo en equipo, decidió otorgarles el primer premio.

Al recibir el galardón, los cuatro amigos sonrieron.

- Esto no es solo nuestro - dijo Mariana, mirando a los niños que los ayudaron. - Este premio es de todos.

Y así, en lugar de llevarse el trofeo como si fuera solo de ellos, decidieron instalar un "Recolector Mágico" en el parque para que todos pudieran usarlo.

- Si cuidamos nuestro barrio, todos ganamos - afirmó Gabriela, mientras los demás asentían felices.

La experiencia no solo les sirvió para aprender sobre inventos, sino que también les mostró la importancia de la colaboración y el trabajo en equipo. Desde ese día, además de crear nuevos inventos, Andrés, Camilo, Mariana y Gabriela se comprometieron a limpiar su barrio y hacer de La Alegría un lugar más lindo para todos.

Así, sus días se llenaron de alegría y proyectos juntos, siempre recordando que no importa el resultado, lo más importante es disfrutar el camino y unir esfuerzos para lograr cosas grandes.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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