El Gran Concurso de la Colmena



En una escuela en el corazón del bosque, donde los árboles eran altos y la música de las aves alegraba los días, se encontraba la Escuela de la Colmena. En esta escuela, dos maestros, el señor Zúñiga y la señora Modesto, eran conocidos por sus habilidades. Sin embargo, también eran famosos por no llevarse para nada bien.

Cada uno tenía su propio estilo. El señor Zúñiga enseñaba a sus alumnos con estrictas reglas, en un ambiente serio y organizado. Mientras tanto, la señora Modesto creía en la creatividad y la libertad, dejando que sus alumnos dibujaran en las paredes y bailaran en el aula.

Un día, la directora de la escuela, doña Miriam, anunció un gran concurso en el pueblo: "¡El Gran Concurso del Trabajo en Equipo!". Consistía en que las clases debían trabajar juntas para crear un proyecto que impactara la comunidad.

"¡Esto es perfecto para nosotros!", exclamó doña Miriam. Pero luego se dio cuenta de que, por primera vez, los alumnos de Zúñiga y Modesto debían colaborar.

Al principio, todo fue un caos.

"¡No pueden hacer tanto ruido!", gritaba Zúñiga.

"¿Seguro que no prefieren bailar mientras trabajan?", respondía Modesto con una sonrisa.

"¡Pero eso no está en los planes!", insistía Zúñiga.

Los alumnos, confundidos, empezaron a dudar. Al verlos, la directora tuvo una idea brillante.

"Chicos, ¿qué tal si organizan una reunión? Ustedes son los que tienen que trabajar juntos. ¡Conversen!"

Los alumnos, emocionados, se reunieron en el patio.

"¿Qué tal si hacemos un mural que represente la diversidad de nuestra escuela?", propuso Clara, una alumna del señor Zúñiga.

"¡Sí! Pero podemos hacer una danza alrededor del mural que muestre la alegría de nuestra clase!", agregó Leo, de la clase de la señora Modesto.

Así, los niños comenzaron a trabajar en el mural. A medida que se pintaba, cada uno aportaba lo que sabía. Los alumnos de Zúñiga se encargaron de dibujar figuras geométricas y letras organizadas, mientras que los de Modesto pintaron aves volando y flores llenas de colores. La mezcla de estilos comenzó a formarse.

Sin embargo, a medida que se acercaba el día del concurso, el maestro Zúñiga y la señora Modesto comenzaron a pelear nuevamente.

"¡Esto no se ve bien! Fascinación por la naturaleza no es exactamente educación!", decía Zúñiga, angustiado.

"¡Y eso no es todo! ¡Esto es arte!"

Los niños, preocupados, se dieron cuenta de que sus maestros no estaban de acuerdo y eso comenzaba a afectar su trabajo.

"Chicos, hablemos. Necesitamos su ayuda. ¿Por qué los dos no pueden trabajar juntos?", preguntó Clara.

Y así, los alumnos decidieron hablar directamente con sus maestros.

"Señor Zúñiga, señora Modesto, ustedes son los mejores en lo que hacen. ¡Pero necesitamos que trabajen juntos! El mural es de todos y no podemos dejar que peleen más. Si ustedes se unen, podremos hacer algo aún más increíble, ¡como una colmena! Todos juntos."

Al escuchar esto, Zúñiga y Modesto se miraron y se dieron cuenta de lo importante que era poner el ejemplo ante sus alumnos.

"Tienen razón," dijo Zúñiga, reflexionando. "No puedo ser tan rígido si quiero que ellos también sean creativos".

"Y yo no puedo dejar que la libertad se vuelva desorden", añadió Modesto.

Decidieron hacer las paces y unieron sus ideas. Con el tiempo, Zúñiga comenzó a escuchar las propuestas de Modesto y ella aprendió a incorporar un poco de organización en la experiencia.

El día del concurso, el mural fue una verdadera obra maestra, mostrando un paisaje lleno de vida, creatividad y cooperación. La danza de los niños alrededor del mural cautivó a todos los presentes. Doña Miriam sonreía, viendo cómo sus docentes habían aprendido la lección más importante de todas: que juntos eran mejores.

Al finalizar el evento, los alumnos vitorearon a sus maestros.

"¡Gracias, maestros! Gracias por mostrarnos lo importante que es trabajar en equipo!"

"Gracias, chicos, por recordarnos que siempre hay espacio para mejorar y crecer. No solo como maestros, sino como personas," respondieron Zúñiga y Modesto al unísono.

Y así, en la Escuela de la Colmena, no solo los alumnos aprendieron la importancia de la colaboración, sino también los maestros, que juntos se convirtieron en un verdadero ejemplo para todos.

FIN.

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