El Gran Concurso de la Selva
En una colorida selva, llena de árboles altísimos y ríos murmurantes, vivía un loro llamado Lucho. Lucho no era un loro común; era un gran charlatán, el más charlatán de toda la selva. Su plumaje era de colores brillantes, y siempre tenía una historia divertida o una broma lista para compartir.
Un día, mientras Lucho volaba entre los árboles, se encontró con un grupo de niños que jugaban al borde de la selva.
"¡Hola, pequeños!" - gritó Lucho. "¿Quieren escuchar la historia más increíble que hayan oído?"
Los niños, emocionados, se acercaron. "¡Sí!" - gritaron todos a la vez.
Lucho comenzó a narrar una historia sobre un tucán enorme llamado Tito, que tenía el pico más grande de toda la selva.
"¡Era tan grande que podía volar con un árbol en el pico!" - exclamó Lucho, mientras las risas de los niños resonaban en el aire.
Mientras tanto, en lo profundo de la selva, Tito, el tucán, estaba escuchando a Lucho desde una rama alta.
"¿Qué está diciendo ese loro?" - se preguntó el tucán, curioso.
Lucho continuó hablando. "Un día, Tito decidió hacer un concurso para ver quién podía contar la mejor historia. ¡El premio sería un banquete de frutas de todos los colores!"
Los niños estaban entusiasmados.
"¡Queremos participar!" - exclamaron.
"¡Perfecto!" - dijo Lucho. "Voy a hablar con Tito para que nos deje participar."
Lucho voló rápidamente hacia donde estaba el tucán.
"¡Tito!" - llamó. "¡Los niños quieren participar en tu concurso de historias!"
Tito, sorprendido, bajó de su rama y dijo: "¿Niños? Pero son tan pequeños. ¿Realmente creen que pueden contar historias interesantes?"
Lucho respondió. "¡Sí, claro! Tienen una imaginación increíble. Además, la selva está llena de aventuras. Estoy seguro de que pueden contar historias maravillosas. ¿Te gustaría escuchar algunas?"
Tito pensó por un momento y luego asintió. "Está bien. Haremos el concurso, pero quiero que los niños se preparen bien antes de contarlas. Quiero que sean historias que nos hagan reír, soñar y aprender."
Los niños estaban felices, y comenzaron a preparar sus historias. Cada uno eligió un tema diferente. Uno iba a contar sobre un pez que había viajado por el río, otro sobre una tortuga que construía una casa, y otro sobre una aventura en el cielo.
El día del concurso llegó. La selva estaba llena de animales que habían venido a escuchar las historias. Lucho era el presentador.
"¡Bienvenidos al Gran Concurso de Historias de la Selva!" - anunció con gran entusiasmo.
Los niños comenzaron a contar sus relatos. Se reían, hacían gestos y hasta bailaban mientras narraban. Los animales estaban cautivados.
Cuando llegó el turno de la última niña, llamada Sol, ella contó una historia sobre una amistad entre un loro y un tucán que, a pesar de ser diferentes, aprendieron a quererse y ayudarse mutuamente. Al concluir su relato, Sol sonrió y miró a Lucho y a Tito.
"A veces, las diferencias nos unen más, y eso es lo que hace a la selva tan especial."
Todos los animales aplaudieron. Tito, emocionado, se acercó a Sol. "¡Esa fue una historia maravillosa!"
Lucho, sin poder contenerse, intervino. "Y ahora, ¡es hora de elegir al ganador! Pero, ¿qué tal si todos ganan? Cada uno de ustedes trajo algo especial para compartir, y por eso merecen ser reconocidos!"
Los niños saltaron de alegría. Tito sonrió. "¡Está decidido! Todos recibirán un banquete de frutas, y también un nuevo amigo en la selva: ¡cada uno de ustedes puede regresar cuando quiera para contar más historias!"
Los niños se fueron a casa con sonrisas, llenos de recuerdos de un día mágico. Lucho, en su camino de regreso, pensó en cómo a veces el poder de los cuentos puede unir a todos, independientemente de sus diferencias.
Desde ese día, Lucho y los niños se hicieron muy amigos y cada semana se reunían en la selva para compartir nuevas historias. Tito, siempre cerca, se convirtió en el narrador principal, mientras que Lucho seguía haciéndolos reír con sus aventuras y bromas.
Así, en el corazón de la selva, la amistad y la imaginación florecieron entre un loro charlatán, un tucán, y un grupo de niños, mostrando que las mejores historias son aquellas que se cuentan con amor y alegría.
FIN.