El Gran Concurso de las Estrellas
En un pequeño pueblo llamado Estrellita, vivían tres amigos muy peculiares: Lila, una ardilla muy rápida, Pablo, un pajarito que cantaba melodías encantadoras, y Bruno, un oso de peluche que siempre llevaba una bufanda roja. A pesar de ser amigos, cada uno tenía un problema con su autoestima.
Lila, aunque era rápida, siempre pensaba que nunca corría lo suficientemente bien porque veía a otros animales más veloces. Pablo, por su parte, dudaba de su canto, ya que creía que no era tan hermoso como el de los pájaros más grandes. Y Bruno, aunque era un oso querido por todos, se sentía triste porque era solo un peluche y no podía hacer las cosas que hacían los demás.
Un día, el pueblo anunció un concurso muy especial: El Gran Concurso de las Estrellas. El reto consistía en demostrar sus talentos, y el premio sería una noche bajo las estrellas en el mirador de la montaña, donde contarían historias y comerían frutas deliciosas.
- “¡Yo quiero participar! ”, exclamó Lila, emocionada.
- “¿Y qué vas a hacer? ”, preguntó Pablo, dudoso.
- “Correré lo más rápido que pueda y ganaré”, respondió Lila con confianza, pero en el fondo seguía sintiendo miedo.
- “Yo compartiré mi canto”, agregó Pablo con la voz un poco temblorosa.
- “¿Y yo qué puedo hacer? ”, preguntó Bruno con tristeza.
Un día antes del concurso, se reunieron en el claro del bosque. Lila estaba practicando su carrera, pero tropezaba con las raíces de los árboles.
- “No puedo hacerlo”, se lamentó Lila.
- “Vamos Lila, sólo tienes que intentarlo”, alentó Bruno, aunque él también se sentía inseguro.
Pablo, por su parte, estaba ensayando su canción en un árbol.
- “¡No, no! No me suena bien”, dijo frustrado.
- “Tal vez no sea la mejor canción”, le dijo Lila.
- “Pero la tengo que cantar, ¿no? ”, se preguntó Pablo.
- “Claro, amigo. Lo más importante es disfrutarlo”, respondió Bruno, queriendo convencerse también a sí mismo.
El día del concurso llegó y todos en el pueblo estaban entusiasmados. Cuando les tocó su turno, todos sintieron miedo al momento de enfrentarse a los demás.
Lila fue la primera. Se puso nerviosa al ver a los otros competidores, pero recordó lo que le dijo Bruno.
- “Voy a intentarlo”, murmuró. Corrió rápidamente y se dio cuenta de que no necesitaba ser la más rápida. Su pasión y esfuerzo la hicieron llegar a la meta.
Luego, Pablo subió al árbol, temblando de nervios.
- “¡No puedo hacerlo! ” gritó.
- “¡Sí, podés! Solo canta como lo sientes”, le gritó Lila.
Pablo cerró los ojos y comenzó a cantar, dejando que su corazón hablara. Su canto era único y eso lo hizo especial. Todos los vecinos lo escucharon atentamente y aplaudieron.
Finalmente, llegó el turno de Bruno.
- “No puedo hacer nada”, se dijo.
- “Sólo muéstrales tu calor y tu amistad”, le susurró Lila.
Con un poco de miedo, Bruno decidió acercarse a sus amigos y abrazarlos, haciendo que todos sintieran su cariño.
Al final del concurso, el jurado decidió que todos eran ganadores, pues cada uno había demostrado su valía al ser auténticos y esforzarse.
El premio era el mismo para todos: una noche bajo las estrellas, contándose historias de valor y amistad.
- “¡Vimos lo mejores talentos! ”, gritó el alcalde.
- “Aunque no seamos perfectos, somos únicos”, dijo Lila, sonriendo.
- “Sí, y eso es lo que nos hace especiales”, añadió Pablo.
- “Juntos, siempre seremos fuertes”, concluyó Bruno.
Desde ese día, cada uno aprendió a valorarse a sí mismo y aceptarse. Entendieron que la amistad y el esfuerzo siempre triunfan, y en su pequeño pueblo, nunca vinieron a sentirse menos que nadie, porque el verdadero premio era el amor que se tenían entre ellos.
FIN.