El Gran Concurso de las Tres Puertas



Había una vez un animado pueblo llamado Luján, donde los días estaban llenos de fiestas y sorpresas. Un día, el querido presentador de televisión, el Tío Pipo, decidió organizar un gran concurso en la plaza central. Todos los niños del pueblo estaban muy emocionados. El concurso se llamaba 'El Gran Concurso de las Tres Puertas'.

El día del concurso, una multitud se reunió alrededor de un gran escenario donde había tres puertas brillantes, cada una de un color diferente: roja, azul y verde.

- ¡Hola a todos! - gritó el Tío Pipo, mientras hacía una reverencia. - Hoy, vamos a divertirnos y aprender un poquito sobre decisiones.

Todos aplaudieron y gritaron de emoción. El Tío Pipo eligió a una niña llamada Lola para que participara.

- ¡Hola, Lola! - dijo el Tío Pipo. - Detrás de cada puerta hay algo especial. ¡Una de ellas tiene un gran premio! Las otras tienen… cosas sorpresas.

- ¡Ah, qué divertido! - exclamó Lola, mirando las puertas con curiosidad.

- Pero antes de que elijas una puerta, quiero que escuches bien. Si eliges una puerta, después de eso, yo abriré una de las otras dos puertas y te mostraré que ahí hay una sorpresa. Entonces, tendrás la opción de quedarte con tu elección o cambiar a la otra puerta. - explicó el Tío Pipo, sonriendo.

- ¡Entendido! - respondió Lola con determinación.

Lola miró las puertas con atención y dijo:

- Elijo la puerta roja.

- Muy bien, Lola. Ahora, voy a abrir una de las otras dos puertas. - El Tío Pipo se acercó y abrió la puerta azul. Detrás de ella había un pato de juguete, que hacía "cuac cuac".

- ¡Mirá, un pato de juguete! - rió el Tío Pipo. - Eso significa que aún queda la puerta verde y la roja. ¿Quieres quedarte con la roja o cambiar a la verde?

Lola pensó un momento.

- ¿Y si cambio a la verde, qué pasa? - preguntó, mirando al Tío Pipo con curiosidad.

- Si cambias a la verde, puedes ganar el gran premio. Si te quedas con la roja, podrías tener otra sorpresa. - dijo el Tío Pipo, con un guiño.

Lola se sentía dividida. Las palabras del Tío Pipo resonaban en su cabeza. Había algo intrigante en el hecho de cambiar su elección.

- Voy a cambiar a la puerta verde. - decidió, con una sonrisa brillante en su rostro.

El Tío Pipo sonrió.

- Muy bien, Lola. ¡Vamos a abrir la puerta verde!

Con gran emoción, el Tío Pipo abrió la puerta verde y, ¡sorpresa! Había una increíble bicicleta roja, brillante y nueva.

- ¡Lo lograste, Lola! - gritó el Tío Pipo, mientras la multitud estallaba en aplausos. - Elegiste cambiar, y eso te trajo el gran premio. Esto nos enseña que a veces es bueno considerar distintas opciones y no tener miedo de cambiar de opinión.

Lola sonrió de oreja a oreja. - ¡Gracias, Tío Pipo! Nunca pensé que cambiar podría darme un premio tan grande. Aprendí que, a veces, las decisiones pueden ser más sorprendentes de lo que imaginamos. ¡Esto es lo más divertido que he hecho!

El Tío Pipo aplaudió y dijo:

- Exactamente, Lola. Hay siempre que reflexionar y no tener miedo de explorar nuevas oportunidades. ¡Así que sigamos disfrutando del concurso! ¡Hay más sorpresas por venir!

FIN.

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