El Gran Concurso de Lenguas
En un pequeño pueblo llamado Aldealengua, vivían niños de muchas culturas diferentes. Cada uno hablaba su propia lengua en casa: había un niño que hablaba en español, otro que hablaba en quechua, y otro que prefería el inglés. Un día, la maestra Rocío propuso organizar un concurso muy especial llamado 'El Gran Concurso de Lenguas'.
"¡Niños, alisten sus lenguas! - dijo la maestra entusiasmada. - Este concurso no solo será divertido, será una oportunidad para aprender unos de otros."
Los niños comenzaron a prepararse. Entre ellos estaban: Sofía, quien hablaba español; Juan, que era experto en quechua; y James, que venía de una familia angloparlante. Sofía estaba muy emocionada y decidió que su equipo sería el mejor.
"Formemos un grupo! - propuso Sofía con una gran sonrisa. - Así podremos enseñarnos las lenguas unos a otros."
Juan aceptó de inmediato, pero James se sintió un poco incómodo.
"No sé si puedo hacerlo... Hablo en inglés todo el tiempo y no sé si podré aprender otras lenguas."
"No te preocupes, James! - animó Sofía. - Todos podemos ayudarnos. La diversidad es nuestra fuerza."
Así, el equipo decidió llamarse "Los Polyglotas de Aldealengua". Cada uno tenía que preparar algo especial para el concurso: una canción, una poesía, o un cuento.
El día del concurso llegó. El jardín de la escuela estaba decorado con banderas de todos los países. Los padres y amigos estaban allí apoyando a los niños.
"¡Bienvenidos al Gran Concurso de Lenguas! - anunció la maestra Rocío. - Hoy celebraremos la diversidad."
El primer grupo subió al escenario y Juan comenzó a cantar una hermosa canción en quechua.
"¡Qué hermoso! - murmuró Sofía. - Nunca había escuchado algo así."
Luego fue el turno de Sofía, que recitó un poema en español.
"¡Aplausos para Sofía! - gritó James ansiosamente desde la fila de espera. - Es muy bueno!"
Finalmente, James se puso nervioso; le tocaba presentar un cuento en inglés.
"¿Y ahora qué hago? - se preguntó, inquieto. - Todos van a reírse de mí."
Pero recordó las palabras de Sofía, y en el último momento, decidió mezclar las lenguas.
"Había una vez un loro..." - comenzó en inglés, y de repente, agregó: "que quería hablar en español y en quechua también!"
La audiencia se rió y aplaudió. La combinación de idiomas fue algo nuevo y emocionante.
"¡Eso es! - gritó Sofía. - ¡Así todos aprendemos!"
Después de su presentación, muchos niños comenzaron a hacer preguntas sobre las palabras que usó James, y juntos se rieron tratando de decir frases en diferentes lenguas.
Al final del concurso, la maestra Rocío dio un premio especial a "Los Polyglotas de Aldealengua" por su creatividad y esfuerzo para unir todas las lenguas.
"No importa quién ganó - dijo la maestra con una sonrisa. - Lo que importa es que hemos compartido nuestras culturas y aprendido unos de otros."
Desde ese día, los niños no solo practicaban sus idiomas en clase, sino que también lo hacían en los recreos, intercambiando palabras y frases. La diversidad lingüística se convirtió en un motivo de unión y amistad entre todos.
Así, Aldealengua se llenó de risas, canciones y palabras en múltiples lenguas, demostrando que hablar diferente no solo es bonito, ¡sino que es una maravillosa oportunidad de conocerse mejor y ser amigos!
Y así, un pequeño pueblo aprendió a celebrar la riqueza que trae la diversidad lingüística, convirtiéndose en un lugar de amores y amistades para todos.
Fin.
FIN.