El Gran Concurso de Luz



En un pequeño pueblo llamado Lumínia, el sol brillaba radiante durante el día, llenando de calor y alegría a todos sus habitantes. Los niños disfrutaban corriendo por los campos, jugando al aire libre y admirando el cielo azul. Pero a la noche, cuando el sol se escondía, la luz artificial comenzaba a iluminar las calles y las casas. En Lumínia, las farolas y las lámparas daban vida a la oscuridad, creando un ambiente mágico.

Un día, la alcaldesa, la señora Clara, tuvo una idea extraordinaria: hacer un concurso entre la luz solar y la luz artificial. "¡Vamos a ver cuál de las dos luces ilumina mejor nuestra ciudad!"-, dijo entusiasmada. Todos los habitantes la aplaudieron, y pronto la noticia se extendió por todo el pueblo. Los niños estaban muy emocionados y decidieron formar equipos.

El equipo de la luz solar se llamaba "Los Rayitos", y estaba formado por Juan, Ana y Lucas.

"¡Vamos a demostrarle a todos que la luz solar es la mejor!"-, exclamó Juan.

El equipo de la luz artificial se llamaba "Los Neón", y lo componían Sofía, Mateo y Valen.

"¡No subestimen el poder de nuestra luz!"-, retó Sofía.

El concurso se llevaría a cabo en el Parque Brillante al anochecer. Todos los habitantes se prepararon para la gran noche. La señora Clara decidió que cada equipo tendría que presentar sus mejores ideas sobre cómo iluminar el parque.

El día del evento llegó. "Los Rayitos" decidieron usar luces que despiertan la energía solar durante el día y se almacenan para la noche.

"Miren, si colocamos estos paneles solares, durante el día recogeremos energía del sol y cuando caiga la noche, el parque brillará con una luz mágica y ecológica"-, explicó Ana.

Por otro lado, "Los Neón" tenían preparado un espectáculo increíble. Colocaron luces de colores que titilaban y hacían formas en el aire.

"¡Miren este espectáculo!"-, dijo Valen. Con un click, las luces empezaron a mover colores por todo el parque, creando un festival lumínico.

La gente aplaudía con entusiasmo. Sin embargo, cuando las luces de "Los Neón" alcanzaron su punto máximo, algo inesperado ocurrió. ¡Las luces empezaron a fallar! Los niños estaban en pánico. Mateo intentó arreglarlo, pero no funcionaba.

"¡Oh no!"-, exclamó Mateo. "¿Qué vamos a hacer?"-

Sofía, que siempre había tenido una idea en mente, agarró la mano de Mateo. "No hay que rendirse. Podemos usar nuestra creatividad para solucionarlo. Recordemos que la luz solar siempre está ahí para ayudarnos y ser parte de la solución"-.

Y así, juntos, comenzaron a usar los paneles solares de "Los Rayitos" junto con las luces de "Los Neón". Mientras la energía del sol alimentaba las luces de colores, el parque volvió a iluminarse más hermoso que nunca.

La gente quedó maravillada. "¡Miren cómo brillan juntas!"- gritó Ana, mientras los rayos de sol reflejaban en las luces de todos los colores.

Finalmente, la alcaldesa Clara anunció a los ganadores.

"Esta noche hemos visto que, en unión, la luz solar y la luz artificial crean una magia única. No hay ganadores y perdedores, todos somos parte de Lumínia y hacemos que todo brille. ¡Celebremos juntos!"-

Desde ese día, los habitantes de Lumínia aprendieron a trabajar juntos, aprovechando tanto la luz del sol como la luz de sus farolas, creando un lugar brillante y lleno de energía.

Y así, cada noche, el parque resplandecía con una mezcla de luces soleadas y artificiales, recordándoles a todos que, a veces, para iluminar la vida, solo hay que unir fuerzas y brillar juntos.

Los niños siguieron jugando, creando nuevos retos de luz y alegría en su querido Lumínia, un pueblo donde nunca se apagaba el brillo de la amistad y la colaboración.

FIN.

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