El Gran Concurso de Talentos



Era un día soleado en el barrio de Villa Esperanza, y todos los estudiantes de la escuela primaria estaban emocionados por el Gran Concurso de Talentos. Marta y Lucas, dos amigos inseparables, decidieron participar juntos. Marta era una excelente cantante y Lucas un talentoso mago. Sin embargo, había un pequeño problema: Marta pensaba que su voz no era tan buena como la de los chicos, y Lucas creía que los trucos de magia eran solo para los hombres.

Unos días antes del concurso, mientras practicaban en casa, Marta le dijo a Lucas:"¿Sabes qué? Me da un poco de miedo cantar. Siempre se dice que los chicos son los mejores en esto."

Lucas, sorprendido, le respondió:"¡Eso no es cierto! Las chicas pueden hacer tanto como los chicos. Tu voz es única y hermosa, y deberías estar orgullosa de mostrarla."

Marta sonrió, pero todavía dudaba."No sé, Lucas. A veces siento que si fallo, la gente se reirá de mí."

Lucas pensó un momento y le comentó:"Mira, ¿te imaginas si me escondiera porque pienso que ser mago es solo para hombres? No quiero que eso me detenga."

Esto hizo reflexionar a Marta. Ellos continuaron practicando hasta que un día, mientras jugueteaban después de la práctica, vieron un cartel en la escuela que decía: "El Gran Concurso de Talentos: Todos pueden participar". Esa frase encendió una chispa en ellos.

Decidieron no rendirse, así que cada día después de la escuela, se quedaban a practicar. Marta empezó a sentirse más segura de su voz, y Lucas se dio cuenta de que sus trucos de magia podían ser divertidos tanto para él como para sus amigas. Además, comenzó a inventar trucos que incorporaban la participación de otras chicas de su clase.

El día del concurso, el gimnasio estaba lleno de padres y alumnos que aplaudían enérgicamente. Marta y Lucas estaban un poco nerviosos, pero al ver cómo muchos otros se animaban a mostrar sus talentos, decidieron que la igualdad era la clave. Cuando fue su turno, Marta tomó el micrófono y, con una sonrisa radiante, comenzó a cantar. Lucas la apoyó haciendo pequeños trucos de magia entre las estrofas.

La multitud explotó en aplausos y gritos de ánimo. Al final de la presentación, una niña del público gritó:"¡Queremos más!"

Marta y Lucas sonrieron, sabiendo que habían cruzado los límites de lo que la gente pensaba. Después de su actuación, se abrazaron y sentían que habían logrado algo importante: habían abierto una puerta hacia la inclusión y la igualdad.

Después del concurso, la maestra de arte, la señorita Clara, se acercó y les dijo:"Estuve observando. ¡Lo hicieron increíble! ¿Saben qué? Lo que hicieron hoy es un gran ejemplo de lo que significa ser verdaderamente iguales. No importa si eres chico o chica, lo que importa es que sigan persiguiendo sus sueños."

Con el tiempo, gracias al valor de Marta y Lucas, la escuela decidió implementar un programa en el que se promovieran actividades que combinaran el talento de todos los chicos y chicas. Así, cada uno se sentía valorado y escuchado.

A partir de ese día en Villa Esperanza, no solo se organizaban concursos de talentos, sino también talleres de manualidades, deportes y música, donde todos podían aportar y aprender. Y todo gracias a dos amigos que demostraron que las puertas hacia los sueños son iguales para todos.

El Gran Concurso de Talentos no solo fue un evento; se convirtió en un símbolo de unidad, inclusión y, sobre todo, de igualdad de género.

FIN.

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