El Gran Concurso de Tareas



Era un día soleado en la Escuela Primaria Arco Iris. Los estudiantes estaban emocionados porque su maestra, la Señorita Julia, había anunciado un gran concurso de tareas. "Hoy empezaré a darles una serie de desafíos y al final, el estudiante que obtenga la mejor calificación será premiado con una excursión a la fábrica de chocolates más famosa de la ciudad"-, explicó la maestra con una sonrisa que iluminó el aula.

Todos los alumnos comenzaron a murmurar, imaginando lo delicioso que sería visitar la fábrica. Entre los estudiantes, se encontraba Tomás, un chico con una gran imaginación pero también con un gran dilema: siempre dejaba todo para el último momento, lo que le generaba muchos problemas.

"Tomás, ¿te vas a inscribir en el concurso?"-, le preguntó su amiga Ana, que siempre estaba muy organizada.

"No sé, Ana, siempre que intento hacer algo, termino sin tiempo para terminarlo"-, respondió Tomás con un tono de duda.

"No te preocupes, si quieres puedo ayudarte a organizarte"-, sugirió Ana, llenando a Tomás de confianza.

Al escuchar esto, Tomás se sintió un poco más motivado. "¿De verdad? Me gustaría, siempre me pierdo entre tantas cosas que hago"-.

Así que Ana y Tomás formaron un equipo. La Señorita Julia les dio dos semanas para completar sus tareas. Durante esos días, Tomás y Ana se sentaron juntos en el parque después de la escuela, llevando cuadernos, libros y muchas ganas de aprender. Ana le mostró a Tomás cómo hacer un cronograma para dividir sus tareas.

"Mirá, si hacemos un poquito cada día, vas a ver que no va a ser tan complicado"-, decía Ana mientras organizaba los colores de los lápices en su mochila.

Pasaron los días y Tomás empezó a sentir que su esfuerzo valía la pena. Empezó a disfrutar de la investigación sobre su tema favorito: ¡los planetas! Mientras tanto, los demás alumnos, como Lucas y Sofía, que también deseaban ganar, estaban preparándose a su manera, algunos haciendo maratones de estudio y otros optando por estrategias un poco menos efectivas, como dejarlas para el último minuto.

Un día, cuando todo parecía ir bien, Tomás recibió un mensaje de texto de Lucas: "¡Hey! Vamos a jugar al fútbol, ¿te venís?"-

Tomás, lleno de dudas, miró a Ana. "No sé si debería. Tengo que terminar mi tarea..."-

"Tomás, es importante que te diviertas también. Tal vez un descanso te ayude a relajarte y volver con más energía"-, sugirió Ana.

Tomás decidió ir a jugar, pero solo por dos horas. Pero el tiempo se pasó volando y cuando regresó, se dio cuenta de que había perdido toda la tarde. "¡Noooo!"-, gritó desesperado.

Ana, al verlo, le preguntó: "¿Qué pasó?"-

"Me dejé llevar y ahora tengo que hacer todo de una vez"-.

"Tranquilo, hay que resolverlo juntos otra vez. Podemos hacer una tanda de estudio intensiva esta noche"-, dijo Ana con determinación.

Se sentaron frente a sus cuadernos, llenos de papeles, y empezaron a trabajar a toda velocidad. La adrenalina los llevó a crear ideas aún más creativas para sus tareas. Trabajaron la mayoría de la noche y al final, Tomás se sorprendió:

"¡Pensé que no podría, pero esto se está convirtiendo en algo increíble!"-

Finalmente, llegó el día del concurso. Todos los alumnos presentaron sus trabajos. Tomás se sintió nervioso al ver a sus compañeros listos. "No sé si voy a ganar"-, le susurró a Ana.

"Tomás, ¡ya has hecho un gran trabajo! Lo importante es que aprendiste a organizarte y a trabajar en equipo"-, le respondió ella.

Cuando la Señorita Julia calificó las tareas, los estudiantes esperaban emocionados. Al final, la maestra anunció: "El primer premio se lo lleva Tomás, por su excelente trabajo en equipo y su dedicación"-.

Todos aplaudieron, incluyendo a Lucas y Sofía, que reconocieron el esfuerzo de Tomás.

"¡Felicitaciones, genio!"-, gritó Lucas con entusiasmo.

"¡No podría haberlo hecho sin Ana!"-, respondió Tomás, abrazando a su amiga.

Desde aquel día, Tomás aprendió que con organización y ayuda de amigos, ¡podía alcanzar cualquier meta! Y lo más importante, entendió que las tareas no eran obstáculos, sino oportunidades para crecer y aprender.

Y así, la Escuela Arco Iris se llenó de risas y energía, mientras cada estudiante seguía esforzándose, descubriendo que cada tarea podía llevarlos a un viaje increíble.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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