El Gran Concurso de Televisores



En la colorida ciudad de Medellín, vivían dos amigos muy especiales: un perro llamado Max y un gato llamado Rocco. Max era un perro juguetón que siempre estaba corriendo de un lado a otro, mientras que Rocco era un gato tranquilo y astuto que pasaba el día durmiendo al sol. A pesar de sus diferencias, juntos compartían muchas aventuras.

Un día, mientras Max jugaba en el parque, encontró un control remoto tirado en el suelo. "¡Mirá lo que encontré, Rocco!"- exclamó Max emocionado al volver a casa. Rocco levantó la vista del cálido rayo de sol y lo miró con desinterés. "Es solo un control remoto, Max. No es nada interesante"- dijo Rocco antes de volver a cerrar los ojos.

Pero Max, curioso por naturaleza, empezó a presionar botones. "¿Y si esto enciende un televisor mágico?"- pensó. De repente, la pantalla de un televisor antiguo que tenía la abuela de Max, se encendió.

En la pantalla apareció un presentador animado que dijo: "¡Hola a todos! Bienvenidos al Gran Concurso de Televisores de Medellín!"- Max saltó de entusiasmo. "¡Rocco, vení! Hay un concurso, y ¡tenemos que participar!"-

Rocco, intrigado, se acercó al televisor. "Pero, ¿qué se supone que tenemos que hacer?"- preguntó. El presentador explicó que el concurso consistiría en resolver acertijos y pruebas junto a otros animales y que el equipo que ganara recibiría un gran premio: ¡un televisor nuevo y un suministro de golosinas para todo un mes!

Max, emocionado como un niño, insistió. "¡Debemos intentar ganar! Las golosinas serían fantásticas"-.

Rocco, a pesar de su naturaleza más cautelosa, no pudo resistirse a la idea de un nuevo televisor y las golosinas. "Está bien, pero solo si nos aseguramos de que no haya peligros"- respondió, ya comenzando a contemplar sus planes para ganar.

Así que ambos amigos se prepararon para el concurso. En su primer reto, se enfrentaron a un grupo de aves que debían resolver un acertijo. Las aves volaron alto y se rieron cuando Max no pudo encontrar la respuesta. Pero Rocco, observador como siempre, vio que el acertijo era sobre colores; y recordó que a Max le gustaban los colores del arcoíris. "¡Max! Pensá en cómo se forman los colores. ¿Cuáles son los tres colores primarios?"-

"¡Rojo, azul y amarillo!"- gritó Max, y las aves, sorprendidas, volaron a su lado. "¡Correcto! Pasan al siguiente nivel"- dijeron. Max y Rocco estaban felices; habían superado su primer desafío.

A medida que avanzaba el concurso, los retos se volvían más difíciles. Había que bailar al ritmo de la música, hacer malabares con pelotas y hasta resolver una prueba de memoria. En un momento dado, ambos se sintieron abrumados y un poco desanimados. "No sé si vamos a poder, Rocco. Es muy difícil"- dijo Max, con la cabeza gacha.

Rocco, con su mirada comprensiva, le respondió: "Recuerda lo que dijiste al principio, Max. Este es un trabajo en equipo. Si no sabemos, ¡preguntamos! Vamos a ayudarte el uno al otro"-.

Así fue como, con trabajo en equipo y ayudándose mutuamente, lograron completar todos los desafíos. Finalmente, se acercaba el gran final, y se enfrentaron a un grupo de tortugas que parecían muy buenas en los retos.

"¿Tienen miedo de perder?"- les preguntaron las tortugas. Y aunque Max sentía un pequeño nervio, Rocco le dio un empujoncito. "No estamos aquí para perder. ¡Estamos aquí para divertirnos y dar lo mejor de nosotros!"-

El último desafío fue el más complicado de todos: debían crear un baile en equipo. Max comenzó a moverse torpemente, pero Rocco, siempre observador, supo justo cómo combinar sus movimientos. "¡Hacé lo que haría un pato! Ahí, girá así, y ahora saltá!"-

Con una coreografía ridícula pero divertida, lograron hacer reír a todos los presentes, incluso a las tortugas. Al final, el presentador dijo: "¡Y el ganador del Gran Concurso de Televisores es... Max y Rocco!"-

Max saltó de alegría. "¡Lo hicimos, lo hicimos!"- gritó. Rocco, satisfecho sonrió. "Lo hicimos porque trabajamos juntos, siempre como un equipo"-

Y así, Max y Rocco ganaron su nuevo televisor y un mes de golosinas. En vez de quedarse con todo, decidieron compartirlo con sus amigos del parque, porque entendieron que lo mejor de todo era celebrar con los demás. Todo Medellín se llenó de risas y alegría, mientras ellos, felices, disfrutaban de su premio, sabiendo que la verdadera victoria estaba en la amistad y el trabajo en equipo.

FIN.

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