El Gran Concurso de Tortas de la Plaza
Era un día soleado en la ciudad de La Comedia, y todos los vecinos estaban emocionados por el Gran Concurso de Tortas que se iba a celebrar en la plaza. Los niños corrían de un lado a otro mientras los adultos preparaban sus recetas más deliciosas para conquistar al jurado. Entre los participantes se encontraban Don Pablo, la señora Rosa y la simpática familia Martínez.
Don Pablo, un hombre mayor con una gran pasión por la repostería, estaba preparando su famosa torta de chocolate. Mientras batía los ingredientes, se encontraba hablando con su gato, Miau.
"Miau, esta vez voy a ganar el concurso" - le decía Don Pablo mientras agregaba un puñado de nueces.
—"Miau" - respondía el gato con un gesto de indiferencia.
Por otro lado, la señora Rosa, que tenía la reputación de ser muy competitiva, estaba cocinando una torta de zanahoria.
"¡Nadie podrá superar mi receta!" - exclamaba, mientras batía sus zanahorias con una energía muy sospechosa.
"Seguro, Rosa, pero tu horno parece que quiere volar", le dijo su vecino, el señor Gonzalez, bromeando.
"¡Al menos mi horno no es un dinosaurio!" - gritó la señora Rosa, señalando al horno del señor González, que hacía ruidos raros.
La familia Martínez también estaba lista para participar. El pequeño Tomás tenía una idea brillante para hacer una torta de frutillas. Emocionado, se acercó a sus papás.
"¡Hagamos la mejor torta de frutillas del mundo!" - propuso Tomás.
"Pero hay que limpiar la cocina después" - dijo su mamá, arqueando una ceja con una sonrisa.
"¡Trato hecho!" - respondió Tomás con entusiasmo.
Mientras las tortas se iban horneando, el jurado, una familia de ratones, venía a probarlas. Era el momento más esperado del concurso, pero alguien se había adelantado: un grupo de pájaros hambrientos que merodeaban por la plaza.
Los pájaros empezaron a picotear las tortas sin que nadie lo notara. Cuando Don Pablo salió a presentar su torta, quedó horrorizado.
"¡No, mis nueces!" - gritó, mientras los pájaros volaban con ellos en su pico.
"¡Detenete, pajarito!" - intentó atraparlo, pero solo logró que Miau se asustara y saliera corriendo.
La señora Rosa, al ver la escena, no pudo evitar reír.
"¿Te das cuenta, Pablo? ¡Tus nueces son más populares que tu torta!" - dijo entre carcajadas.
Pero el verdadero giro de la historia llegó cuando Tomás vio lo que estaba ocurriendo y decidió hacer algo.
"¡Chicos, hay que rescatar las tortas!" - gritó, y con su valentía, salió corriendo detrás de los pájaros.
"¡Esperen, por favor!" - comenzó a llamarlos, intentando convencerlos de que su torta de frutillas era la mejor.
Al ver a Tomás tan decidido, los otros participantes se unieron y comenzaron a gritarle a los pájaros.
"¡Más frutillas!" - dijo uno de los ratones, que estaba probando una trozo de la torta de frutilla que había caído al suelo.
"¡Dejen las tortas, pájaros! ¡Les prometo que les daré mi torta de frutillas!" - gritó Tomás.
Los pájaros, atraídos por la propuesta, comenzaron a posarse en la mesa de la familia Martínez, olvidándose de las otras tortas.
"¡Éxito!" - murmuro Don Pablo mientras aplaudía. Todos los participantes empezaron a reírse de la situación.
Finalmente, el jurado de ratones decidió que, por el espíritu de trabajo en equipo, ¡todas las tortas eran ganadoras! Se llevaron cada una a casa, y la plaza se llenó de risas y alegría.
"¡Esto sí que es un gran concurso!" - celebró la señora Rosa.
"¡Todos ganamos y los pájaros también!" - concluyó Tomás, feliz de haber podido salvar el día.
Y así, entre risas y anécdotas, la tradición del Gran Concurso de Tortas de La Comedia siguió viva, año tras año. Todos aprendieron que compartir, reír y trabajar juntos es lo más importante, ¡incluso si eso significa perder algunas nueces!
FIN.