El Gran Concurso de Transporte



Era una mañana soleada en el pequeño pueblo de Ruisito. Todos los habitantes estaban emocionados porque se celebraba el Gran Concurso de Transporte. Los niños no podían esperar para mostrar sus increíbles vehículos y competir por el primer lugar.

En una esquina, se encontraba Luz, una niña con gran imaginación. Ella había construido su propio aeroplano con cajas de cartón y pinturas de colores. Su mejor amigo, Nico, estaba a su lado con su moto ruidosa, que había creado a partir de una bicicleta vieja.

"¡Mirá, Nico!" -dijo Luz mientras señalaba su aeroplano"¡Vuelo más alto que las nubes!"

Con su aeroplano pintado con estrellas y nubes, encendió el motor de cartón que sonaba como un leve ‘vuuuuuuuuuuuuum’. Nico sonrió y dijo:

"Eso es genial, Luz, pero mi moto puede acelerar a toda velocidad: ¡vroom-vroom!"

Los dos amigos estaban ansiosos por mostrar sus creaciones, pero había un problema. La competencia era muy dura. El pueblo tenía un camión gigante que pertenecía a Don José, y su sonido hacía temblar el suelo cada vez que arrancaba: ‘brrrrrrruuuuuummm’. También estaba la poderosa locomotora de Pedro, que parecía que iba a arrasar con todo, haciendo un ‘chuchuchu’ inconfundible.

"Necesitamos un plan para ganar el concurso" -dijo Luz, pensativa.

Nico la miró y dijo:

"Quizás podríamos hacer un equipo. Juntamos nuestros vehículos y así mezclamos los sonidos. ¡Seremos imbatibles!"

Luz dudó, pero estaba dispuesta a intentarlo. La idea de unir el aeroplano y la moto sonaba muy divertida, así que comenzaron a trabajar con entusiasmo. Juntaron las luces de la moto con las alas de cartón del aeroplano y, cuando terminaron, crearon una increíble máquina voladora que hacía un ‘vrrrrrr’ mientras zumbaba como un ave en el aire.

El día del concurso llegó. Todos los participantes alinearon sus vehículos y, cuando sonó el silbato para comenzar, los motores rugieron al compás de ‘vroom-vroom’, ‘brrrrrrruuuummm’ y ‘chuchuchu’. Pero la mezcla del aeroplano y la moto sorprendió a todos, con su sonido único de ‘vrrrrrr’ que resonó en el aire.

Sin embargo, cuando todo parecía ir bien, un viento fuerte sopló y desestabilizó su máquina.

"¡Ay no!" -gritó Luz.

"¡No te preocupes!" -respondió Nico, con determinación"¡Usa el timón!"

Luz recordó las lecciones que había aprendido en la escuela sobre cómo controlar el viento. Con movimientos hábiles, ajustó los controles y logró estabilizar la máquina. En ese momento, la gente comenzó a animarlos.

"¡Vamos, Luz y Nico!" -gritaban los demás."¡Lo están haciendo increíble!"

Su máquina surcó el cielo dejando un rastro de colores brillantes. Al final de la carrera, se deslizaron hacia la meta justo a tiempo. El jurado aplaudió y se miraron emocionados.

Después de deliberar, el juez se acercó con una gran sonrisa:

"Por su ingenio y trabajo en equipo, otorgamos el primer lugar a Luz y Nico, ¡por su espectacular combinación de transporte!"

La alegría estalló en el aire, y Luz y Nico se abrazaron mientras todos aplaudían. Descubrieron que no solo habían construido un vehículo increíble, sino que habían aprendido a trabajar juntos y a nunca rendirse, incluso ante los vientos más fuertes.

Desde ese día, Luz y Nico nunca dejaron de soñar y de construir vehículos que desafíen la imaginación. El Gran Concurso de Transporte se convirtió en una tradición, y siempre, cada año, los niños del pueblo esperaban ansiosos por participar.

Y así, en el pequeño pueblo de Ruisito, se recordó que el verdadero premio no es ganar, sino la valentía de intentar y la magia de compartir aventuras con amigos.

Al final de cada concurso, el eco de los sonidos de los vehículos seguía resonando en sus corazones.

FIN.

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