El Gran Concurso del Bosque
En un colorido bosque, vivían cuatro personajes muy peculiares: Peponcia, una pulpo divertida y siempre llena de energía; Sebastino, una jirafa que se creía el rey del lugar; el Gallo Eduardo, conocido por su gran sentido del humor y su bondad; y Minerva, la morza minion, una pequeña y sabia que siempre llevaba sus espejuelos en la nariz.
Un día, el bosque anunció que iba a tener un gran concurso, donde los participantes debían demostrar sus habilidades para ganar el Gran Trofeo del Bosque. Todos estaban emocionados, excepto Sebastino que creía que ya era el ganador solo por ser la jirafa más alta.
-Peponcia, este trofeo es solo mío. No hay nada que hacer - dijo Sebastino, mirando su reflejo en una charca.
-Pero Sebastino, el concurso no es solo para lucirse, sino para demostrar lo que realmente podemos hacer - respondió Peponcia riendo.
-¡Claro! Además, siempre es divertido compartir con los amigos - añadió Eduardo, mientras picoteaba un grano de maíz.
-Sí, pero vos no entendés. Este trofeo tiene que ser mío, porque soy el mejor - insistió Sebastino, con una sonrisa despectiva.
-Te equivocas, Sebastino - dijo Minerva, ajustándose los espejuelos - el verdadero valor está en la colaboración y la creatividad.
El concurso se llevó a cabo en el claro del bosque. Había tres pruebas: un concurso de chistes, una carrera y una prueba de habilidades artísticas. Peponcia se anotó para contar chistes, mientras que Eduardo se preparaba para la carrera. Minerva decidió participar en la prueba de arte, y Sebastino, claro, se inscribió en todo para demostrar lo que sabía.
La primera prueba fue el concurso de chistes.
-Peponcia, ¿estás lista? - preguntó Eduardo, nervioso por su actuación.
-¡Por supuesto! - respondió Peponcia, haciendo una pirueta.
Cuando le tocó, comenzó a contar un chiste sobre una pulpo que quería ser cantante. Todos se rieron a carcajadas, y claro, hasta Sebastino no pudo evitar sonreír un poco.
-¡Buenísimo! - exclamó Eduardo.
-¡Pero esto es solo un juego! ¡El trofeo es mío! - se quejaba Sebastino.
Luego llegó la carrera. Eduardo estaba muy emocionado, y aunque Sebastino era más alto, su actitud egocéntrica lo hizo tropezar con una piedra en el camino.
-¡No puede ser! - se lamentó mientras todos pasaban a su lado.
-Minerva, quizás debas ayudarlo - sugirió Peponcia.
-¿Ayudar a él? - preguntó Minerva, atónita.
-Sí, porque todos somos amigos, y un verdadero ganador ayuda a los demás - dijo Peponcia con una sonrisa.
Así que Minerva le dio una mano a Sebastino para que volviera a levantarse.
-Gracias, creo... - dijo el jirafa, sorprendido por la amabilidad.
Finalmente, llegó la prueba de arte. Minerva se puso a crear un hermoso mural con todos los colores del bosque, mientras Sebastino trataba de hacer una escultura de su propia imagen.
-¡Mirá lo que hice! - exclamó orgullosamente, mostrando una figura realmente extraña y desproporcionada.
-Es... interesante - dijo Eduardo con una risa nerviosa.
-¡Pero no es lo mismo! - gritó Peponcia.
Cuando todos sus trabajos fueron presentados, el jurado decidió premiar a Minerva no solo por su increíble mural, sino también por su trabajo en equipo, ayudando a Sebastino durante la carrera.
-¡Felicitaciones, Minerva! - exclamó Eduardo.
-Muchas gracias, amigos - respondió.
-¡Pero yo quería el trofeo! - se quejó Sebastino.
-No entiendes, Sebastino. Ganar no es solo tener un trofeo, también se trata de disfrutar el camino - dijo Peponcia.
Sebastino, reflexionando sobre las palabras de sus amigos y lo que había sucedido, comenzó a sonreír genuinamente.
-Muchas gracias, chicos. Tal vez la próxima vez, el verdadero trofeo sea pasarla bien juntos.
-¡Claro! Y siempre puedes mejorar contigo mismo - añadió Eduardo.
Desde aquel día, Sebastino se unió a su grupo de amigos. Aprendió que colaborar y disfrutar junto a ellos era el mejor premio de todos. El bosque continuó siendo un lugar colorido y lleno de alegría, siempre con una pulpo divertida, un gallo gracioso, una morza inteligente y una jirafa que, poco a poco, se volvió un gran amigo.
Y así, el Gran Concurso del Bosque se convirtió en un evento anual donde la diversión y la amistad siempre ganaban.
FIN.