El Gran Concurso del Bosque
En un hermoso bosque lleno de árboles altos y animales amistosos, se preparaba el Gran Concurso del Bosque, un evento anual que celebraba las habilidades y talentos de todos los habitantes. Este año, la ardillita Mía y el zapatero Pedro decidieron participar juntos en la competencia, a pesar de que todos los demás animales se reían de ellos por ser tan distintos.
- No entiendo por qué no podemos ser amigos y participar juntos, Mía. Todos tienen que elegir un compañero, ¿por qué no podríamos hacer algo especial? - preguntó Pedro con su voz suave.
- Bueno, a mí me gusta mucho trepar y coleccionar nueces, y sé que tú eres muy bueno arreglando cosas. Tal vez podríamos hacer algo que combine nuestras habilidades - sugirió Mía, entusiasmada.
- ¡Sí! ¿Qué tal si construimos una gran torre de nueces y llevamos a todos los animales a jugar ahí? - propuso Pedro.
Mía sonrió, y juntos comenzaron a reunir nueces de diferentes tamaños y formas. Sin embargo, a medida que avanzaban, se dieron cuenta de que no solo necesitaban construir la torre, sino hacerla lo suficientemente fuerte para que todos pudieran disfrutar.
Mientras tanto, los demás animales se preparaban para sus actuaciones individuales. El búho sabía hacer trucos de magia, la tortuga era una gran cantante, y el ciervo se preparaba para bailar. Todos se burlaban de Mía y Pedro, diciendo que su idea era ridícula.
- ¡Nunca lo lograrán! - se reía el lobo.
Pero Mía y Pedro no se desanimaron. Trabajaron duro, y poco a poco, su torre de nueces comenzó a tomar forma. Además, empezaron a invitar a otros animales a ayudarles.
- ¿Querés ayudarnos, Conejo? - preguntó Mía.
- Claro, puedo aportar con mis habilidades de salto - respondió el Conejo.
Así, uno a uno, todos los animales se unieron al proyecto. La tortuga trajo hojas para hacer el techo y el búho les enseñó algunos trucos para hacer que la torre fuera más resistente.
Cuando llegó el día del Gran Concurso, el bosque entero estaba lleno de curiosidad por ver lo que Mía y Pedro habían creado. La torre de nueces sobresalía entre todos los demás actos, y varios animales estaban ansiosos por probarla.
- Esta es la mejor idea que he visto en años - dijo generosamente el ciervo.
Así, Mía, Pedro, y todos sus nuevos amigos disfrutaron de un día lleno de diversión y risas. En lugar de competir entre ellos, decidieron que el verdadero ganador del concurso eran ellos todos juntos, y no como individuos.
Al final del día, todos los animales se dieron cuenta de que trabajar en equipo les había traído más alegría que competir individualmente. Mía y Pedro aprendieron que, aunque eran diferentes, esa diferencia los hacía especiales y fuertes.
- Gracias por ayudarme, Pedro. Nunca podría haber hecho esto sin vos - dijo Mía abrazando a su amigo.
- Y gracias, Mía. Juntos somos un gran equipo - respondió Pedro, mientras el resto de los animales aplaudía con alegría.
Desde aquel día, el bosque no solo celebró el talento individual, sino que también festejó la idea de la colaboración y la amistad, entendiendo que la unión de sus diferencias les podía llevar a crear algo hermoso. Y así cada año, el Gran Concurso del Bosque se convirtió en una celebración de la diversidad y el trabajo en equipo, donde todos aprendían a valorar las habilidades únicas de cada uno. Cada vez más animales se sumaban, porque entendieron que en el bosque, todos eran importantes, y juntos podían lograr cosas increíbles.
FIN.