El Gran Concurso del Bosque



En lo profundo del bosque, donde los árboles susurraban secretos al viento, se organizó un gran concurso. Todos los animales estaban emocionados, pues el que ganara sería coronado como el Rey del Bosque. El tema del concurso era mostrar el talento más especial que cada uno tenía.

El primero en presentarse fue el conejo Lolo, que saltó con gracia entre las flores. "¡Miren lo que puedo hacer!"- exclamó, girando y saltando alto. Los demás animales aplaudieron.

Luego fue el turno de la tortuga Tina. Con su voz suave, empezó a contar una historia sobre valentía. "A veces, lo más lento es lo más seguro"-, dijo mientras sus amigos escuchaban embobados.

"¡Qué emocionante!"- dijo el pato Pipo, saliendo corriendo del agua. "Pero yo puedo nadar más rápido que nadie"-. Se zambulló en el estanque y salió lanzando gotas de agua que brillaban bajo el sol. Todos reían y disfrutaban.

La ardilla Suki llegó saltando de rama en rama. "Yo puedo trepar más alto"-, desafió mientras se acomodaba en la cima de un árbol. "Y tengo la mejor vista del bosque"-. Los demás animales admiraban su agilidad.

Pero, en medio de la emoción, apareció un nuevo participante: el búho Oliver, que siempre había sido un poco solitario. "Yo no puedo saltar ni nadar, pero puedo contar lo que he visto en la oscuridad de la noche"-, anunció con voz profunda. Todos lo miraron con curiosidad. "He visto cómo todos juntos cuidamos de nuestro bosque, colaborando y siendo amigos"-.

Los animales se miraron entre sí, pensativos. El concurso no solo se trataba de habilidades singulares, sino sobre cómo cada uno aportaba al bosque. Al final, Lolo, Tina, Pipo, Suki y Oliver tomaron una decisión: "¡Todos somos únicos y todos ganamos!"- gritaron en coro.

Aquel día, en lugar de coronar a un rey, decidieron hacer un consejo en el que cada uno tendría voz. Oliver, con su sabiduría nocturna, guiaba las decisiones, mientras que todos los demás aportaban sus talentos para mejorar el bosque.

El bosque floreció gracias a la unión de todos. Los animales aprendieron que cada uno tenía un papel en su comunidad y que juntos podían lograr cosas maravillosas. Desde ese día, el bosque no tuvo un rey, sino un grupo de amigos fuertes y valientes que se apoyaban mutuamente.

Y así, en el corazón del bosque, la amistad y el trabajo en equipo fueron los verdaderos ganadores del concurso, enseñando a todos que lo más importante no era ser el mejor, sino compartir y cuidarse entre todos.

Desde entonces, cada año celebraban el Gran Concurso del Bosque, no para competir, sino para demostrar sus habilidades y fortalecer su amistad. Y el eco de risas y alegrías se escuchaba hasta donde el sol se posaba al final del día.

FIN.

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