El Gran Concurso del Patio



Era un día soleado en la escuela primaria El Arco Iris. Los alumnos estaban muy emocionados, ya que se acercaba el Gran Concurso del Patio, donde tendrían la oportunidad de demostrar sus habilidades y creatividad. Lucía, una niña inquieta y soñadora, decidió que quería hacer algo espectacular.

Su primer paso fue construir un avión de papel gigante que volara sobre todos los participantes:

"¡Voy a hacer el mejor avión de papel del mundo!", se decía Lucía mientras dibujaba y recortaba.

Además de su ingenioso avión, Lucía pensó en los premios que recibirían los ganadores. Había un trofeo brillante que tanto deseaban los niños, así que el espíritu competitivo comenzó a florecer entre todos.

Ese mismo día, sus amigos Tomi y Fede comenzaron a hacer un carro de comida muy original. Querían ofrecer snacks saludables a todos los participantes.

"¡Vamos a servir frutas y jugos naturales!", dijo Tomi con entusiasmo.

"¿Y si decoramos el carro con un espejo? Así todos podrán verse mientras eligen sus snacks", sugirió Fede, pensando siempre en los detalles.

Lucía quería que su avión de papel tuviera algo especial, así que se acercó a su amigo Guille. Él estaba trabajando en un juguete que mezclaba un dado y un megáfono.

"Guille, ¿qué crees que pueda hacer para que mi avión destaque?", le preguntó Lucía.

"Podrías lanzarlo y hacer que el megáfono lo dirija para que caiga en el lugar correcto", respondió él, señalando el gran patio donde se llevaría a cabo el concurso.

El día del concurso, todo estaba listo. Lucía puso un gran esfuerzo en el lanzamiento. Cuando llegó su turno, ella tomó un profundo respiro y lanzó su avión con todas sus fuerzas. El avión voló muy alto, pero de repente, se desvió y terminó cayendo justo en el carro de comida. Entre risas y sorpresas, todos se acercaron a ver qué había pasado.

"¡Es un espectáculo!", gritó Fede desde el carro.

"¡Pero yo quería que aterrizara en el centro del patio!", se lamentó Lucía.

"No te preocupes, Lucía, ¡esto es parte de la diversión!", le dijo Tomi mientras servía jugos a sus amigos.

Al ver que todos disfrutaban del momento, Lucía se dio cuenta de que ganar no siempre era lo más importante. Mientras tanto, Guille, que había convertido su mega-dado en un juguete lleno de colores, decidió lanzarlo también. El dado rodó y fue a parar justo al trofeo, haciéndolo caer al suelo.

"¡Oh no!", exclamó Lucía.

"No te preocupes, el trofeo se puede arreglar", le dijo Fede que había traído su destornillador y un bote de pegamento.

Todos juntos se unieron para reparar el trofeo. Con risas y colaboración, hicieron que el trofeo estuviera más brillante que nunca.

"Ella tenía un avión de papel y él un carro de comida, pero lo más importante es que todos colaboramos", dijo Guille.

"Ahora entiendo que la verdadera victoria está en la amistad y la creatividad", añadió Lucía.

El evento finalizó con un gran aplauso y risa. Aunque solo hubo un ganador, para todos ellos, el verdadero trofeo era la experiencia compartida.

"¡Hagamos este concurso todos los años!", sugirió Fede mientras todos asintieron emocionados. Y así, el Gran Concurso del Patio se convirtió en una tradición donde la diversión y el trabajo en equipo siempre eran el foco principal.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!