El Gran Concurso del Respeto



En una escuelita del barrio, la maestra Luisa decidió organizar un concurso para fomentar el compañerismo y la ética entre los estudiantes. El concurso se llamaba "El Gran Concurso del Respeto" y todos los chicos estaban muy emocionados. La idea era que cada clase debía presentar un proyecto que reflejara la importancia del respeto en la convivencia diaria.

Los alumnos de la clase de tercer grado, liderados por Julián y Ana, estaban entusiasmados con la propuesta. "Vamos a hacer un mural sobre la importancia de escuchar a los demás"-, dijo Ana mientras dibujaba en su cuaderno.

"Eso está buenísimo, pero también necesitamos contar algo más"-, agregó Julián. "Podríamos hacer una obra de teatro"-.

Los chicos comenzaron a idear un pequeño guion y, con la ayuda de la maestra Luisa, se enfocaron en contar la historia de dos amigos, Leo y Mateo, que discutían todo el tiempo. Sin embargo, Leo un día decidió hablar con Mateo sobre cómo se sentía. "Mateo, yo me siento mal cuando me interrumpís"- le dijo un día.

"No sabía que te molestaba, Leo. Lo siento"-, respondió Mateo, a lo que Leo contestó con una sonrisa: "No hay problema, podemos mejorar juntos"-.

Mientras tanto, en la clase de cuarto grado, los alumnos liderados por Sofía y Lucas seleccionaron un enfoque diferente. "Vamos a hacer un video donde mostremos cómo ayudar a otros siempre es un buen acto"-, planteó Sofía. Todos acordaron realizar diferentes escenas en las que ayudaban a un compañero hasta lograr que se sienta bien.

Días después, el día del concurso llegó. Los padres estaban ansiosos y las aulas estaban decoradas con coloridos carteles. La maestra Luisa explicó las reglas del concurso: "Recuerden que el respeto es fundamental, tanto en la participación como en la votación. Debemos ser justos entre nosotros"-.

Cada clase mostró su trabajo. El performance de Julián y Ana hizo reír a toda la sala y los aplausos fueron estruendosos. Sofía y Lucas sorprendieron a todos con su video creativo donde capturaron la esencia de ayudar a los demás.

Luego de las presentaciones, era el momento de votar. Pero justo cuando todo parecía ir bien, Julián se dio cuenta de que algunos miembros de su clase estaban hablando de desmerecer la presentación de Sofía. "Chicos, eso no está bien. Tenemos que ser justos con todos. El respeto debe ir primero"-, dijo con firmeza.

De pronto, todos los ojos se dirigieron hacia él. El ambiente se tornó incómodo, pero la maestra Luisa sonrió orgullosa. "Lo que Julián dice es correcto. La ética y el respeto son más valiosos que ganar un concurso. ¿Qué piensan si en vez de competir, celebramos el esfuerzo de cada uno?"-.

Con este giro, los alumnos comenzaron a aplaudir y a compartir sus ideas sobre lo que habían aprendido a través del proceso. Finalmente, la maestra Luisa propuso que en vez de votar a un solo ganador, todos coincidieron en que cada proyecto tenía su valor y que todos podían ser ganadores en el respeto.

Así, el Gran Concurso del Respeto terminó siendo un día especial donde todos aprendieron la importancia de ser solidarios, de escuchar y valorar a los demás, y sobre todo, de cómo la ética en la escuela puede transformarse en un bello lema de vida.

FIN.

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