El Gran Conflicto del Aula 5B



Era un día soleado en la escuelita del barrio, la cual muy pocos conocían. En el aula 5B, los alumnos dividían su tiempo entre aprender y, a veces, discutir. En el rincón del aula, Emiliano y Sofía, dos amigos de años, estaban en medio de un malentendido que pronto se convertiría en un gran conflicto.

"¡No es verdad que yo rompí tu dibujo!" – gritó Emiliano, con el ceño fruncido.

"Pero lo vi en tus manos, Emiliano, ¡hiciste un desastre!" – contestó Sofía, con las lágrimas asomando en sus ojos.

La profesora Lucrecia, que escuchó el alboroto, se acercó rápidamente a ellos.

"Chicos, ¿qué está pasando aquí?" – preguntó con calma.

Emiliano dio un paso adelante:

"Sofía me está acusando de romper su dibujo y yo no lo hice!"

Sofía se cruzó de brazos y dijo:

"Pero tú estabas jugando con los lápices al lado de mi mesa. Mi dibujo se arruinó y eso no se puede ignorar."

La profesora Lucrecia pensó un momento y luego propuso:

"Tal vez podamos resolver esto de una manera diferente. ¿Qué les parece si cada uno cuenta su versión y buscamos juntos una solución?"

Emiliano y Sofía se miraron dudosos, pero decidieron intentarlo. Se sentaron uno frente al otro, mientras los demás alumnos escuchaban con atención.

"Yo solo quería distraerme un rato y no me di cuenta de lo que estaba pasando a tu lado. Si lo rompí, no fue intencionado" – dijo Emiliano, bajando la mirada.

"Y yo me molesté porque trabajé mucho en ese dibujo. Quería que todos lo viesen, y sentí que no me escuchabas" – respondió Sofía, con un tono menos duro.

La profesora Lucrecia, alentando el diálogo, agregó:

"Es importante que puedan expresar sus sentimientos y también escuchar al otro. ¿Cómo podrían hacer las paces?"

"Tal vez podría ayudarte a rehacer tu dibujo, Sofía" – dijo Emiliano, sintiéndose un poco más seguro de sí mismo.

"Y yo podría enseñarte algunos trucos de dibujo que he aprendido. Así, los dos podríamos aprender algo nuevo juntos" – sugirió Sofía, sonriendo tímidamente.

Ambos sonrieron al mismo tiempo y la tensión comenzó a disiparse. La profesora Lucrecia sugirió que día tras día, durante un tiempo, Emiliano y Sofía trabajaran juntos para crear una obra maestra.

Así fue como comenzaron a compartir su tiempo. Al principio, las cosas no fueron fáciles.

Emiliano seguía siendo un poco torpe y, a veces, hacía desastres.

"¡Cuidado con ese pincel, Emiliano!" – exclamó Sofía, riendo mientras limpiaba un pequeño desastre de pintura que había caído.

"¡Fue un accidente!" – arrancó Emiliano entre risas.

Con cada color que aplicaban y cada línea que dibujaban juntos, su amistad se fortalecía. Aprendieron no solo a colaborar, sino también a disfrutar de las diferencias que cada uno traía al proyecto.

Cuando llegaron al día de la exposición, estaban ansiosos pero también emocionados. Sus compañeros de clase se reunieron en torno a la obra perfecta, un mural colorido que representaba una selva llena de animales, donde cada uno había aportado su parte creativa.

"¡Es hermoso!" – dijo uno de sus compañeros, mientras todos aplaudían.

"No puedo creer que hayamos conseguido esto juntos, a pesar de lo que ocurrió al principio" – sonrió Sofía.

"Sí, fue un conflicto que terminó en algo maravilloso" – agregó Emiliano, ahora más confiado.

La profesora Lucrecia observó con orgullo a sus alumnos y les recordó:

"Recuerden chicos, los conflictos son normales, pero siempre hay una forma de resolverlos si tenemos comunicación y empatía."

Desde ese día, Emiliano y Sofía se convirtieron en los mejores amigos y siempre recordaron cómo una pequeña desavenencia los llevó a crear algo increíble juntos. No solo aprendieron a trabajar en equipo, sino que también descubrieron que la amistad era el mejor telar para los colores de cada uno.

Así, el aula 5B se convirtió en el lugar donde los conflictos se transformaban en oportunidades para ser más grandes y mejores, y donde cada uno se convirtió en un artista de su propia vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!