El Gran Congreso de Maíz
Había una vez en un colorido pueblo llamado Verdilandia, donde los maíces eran de todos los colores: amarillo, blanco, azul y hasta de arcoíris. Cada año, los habitantes del pueblo realizaban un gran congreso para celebrar la diversidad del maíz y compartir ideas sobre cómo cultivar el mejor. Este año, los encargados de organizar el congreso eran dos amigos: Maíces Ornelas y Torres Zepeda.
Un día antes del evento, Maíces Ornelas se encontró con su amiga Torres Zepeda mientras sembraban en el campo.
"¿Estás lista para el congreso, Torres?" - preguntó Maíces con emoción.
"¡Sí! Tengo algunas ideas geniales sobre cómo atraer más polinizadores a nuestros cultivos" - respondió Torres con una gran sonrisa.
Ambos amigos empezaron a discutir sus ideas para el congreso, pero notaron que les faltaba algo fundamental: una presentación que uniera a todos los cultivos.
"¿Qué tal si hacemos un desfile, donde cada maíz muestre su característica especial?" - sugirió Torres.
"¡Esa es una idea brillante! Cada maíz podrá brillar a su manera y mostrar lo que lo hace único" - exclamó Maíces.
Mientras Maíces y Torres trabajaban en su idea, los otros habitantes del pueblo se preparaban para el congreso. Pero pronto, se escuchó un rumor preocupante: la lluvia no llegaría a Verdilandia, y los cultivos estaban en riesgo de secarse.
"¿Qué haremos si no hay lluvia?" - preguntó un pequeño maíz amarillo llamado Miranda, que los escuchaba desde atrás.
"No te preocupes, Miranda, tal vez podamos encontrar una solución juntos. ¡Vamos a pensar en algo!" - respondió Maíces.
Los tres amigos decidieron organizar una reunión con todos los habitantes. En la plaza del pueblo, se reunieron los maíces de todos los colores.
"Si no podemos esperar a la lluvia, ¿podemos pedir ayuda a la naturaleza?" - sugirió Torres.
"Sí, hagamos un gran llamado a las nubes y mostremos nuestro amor por el maíz... tal vez eso les haga venir" - dijo Maíces emocionado.
"¡Yo me encargaré de hacer carteles para que todos lo entiendan!" - exclamó Miranda mientras levantaba su pequeña manita.
Todos los maíces comenzaron a trabajar juntos. Pintaron grandes carteles de colores vibrantes con mensajes como: "¡Venit a ayudarnos, nubes!". Luego, durante el congreso, organizaron una danza llena de alegría y entusiasmo.
El gran día llegó, y el sol brillaba intensamente. Este era el día del congreso, y maíces de lejos y de cerca viajaban para ser parte de la celebración.
Al comenzar el desfile, cada maíz mostró su gracia. Pero, justo en el clímax de la celebración, la desesperación se apoderó de los corazones cuando la lluvia seguía sin aparecer. Decidieron hacer su danza aún más fuerte, moviendo sus tallos y bailando al ritmo del viento.
"¡Miren! ¡Las nubes están mirándonos!" - gritó Torres cuando notó que un grupo de nubes grises comenzaba a acercarse.
"¡Sigamos bailando!" - añadió Maíces, mientras los maíces seguían celebrando.
De repente, un trueno resonó. Los maíces se asustaron un poco, pero decidieron que no era momento de rendirse. Y, en un instante, comenzó a llover.
"¡Lo logramos! ¡Lo logramos!" - gritó Miranda, quien había sido parte de la danza.
La lluvia cayó suavemente al principio, pero pronto se convirtió en un hermoso aguacero que refrescó los campos. Todos los maíces bailaban alegres mientras el agua caía.
"Por fin, tenemos lo que necesitamos para seguir creciendo" - dijo Torres, riendo.
"Y todo gracias al esfuerzo y trabajo de todos" - agregó Maíces, abrazando a sus amigos.
El congreso fue un éxito, uniendo a los maíces de Verdilandia y demostrándoles que juntos podían enfrentar cualquier reto. Desde entonces, los maíces celebraban no solo la diversidad de su especie, sino también la fuerza de la unión.
Y así, cada año, el congreso de maíz en Verdilandia se convirtió en una tradición, recordándoles a todos que incluso en momentos difíciles, la colaboración y el amor por la naturaleza siempre traen lluvias de oportunidades.
Fin.
FIN.