El Gran Consejo de la Escuela



Era un día soleado en el colegio San Pedro, y todos los chicos estaban emocionados porque se iba a llevar a cabo el Gran Consejo, donde los alumnos podían proponer nuevas normas de convivencia para el año. El aula estaba llena de energía y risas, y todos esperaban con ansias su turno para hablar.

- ¡Hola a todos, bienvenidos al Gran Consejo! - dijo la profesora Laura, sonriendo mientras escribía en la pizarra. - Hoy vamos a escuchar sus ideas y a tomar decisiones importantes para que nuestra escuela sea un lugar aún mejor.

La primera en levantarse fue Ana, una niña que siempre tenía buenas ideas.

- Propongo que cada semana haya un día sin tareas. Así todos podemos relajarnos un poco - sugirió con entusiasmo.

- ¡Eso suena genial! - exclamó Pedro, un niño muy inquieto. - Siempre tengo tantas cosas que hacer en casa, eso ayudaría.

Pero entonces, Lucas, un chico más tímido, levantó la mano.

- Pero si no tenemos tareas, ¿cómo vamos a aprender? - preguntó con un nudo en la garganta.

La profesora Laura asintió y dijo:

- Es un buen punto, Lucas. ¿Qué tal si hacemos un día de actividades recreativas en lugar de trabajos aburridos? ¡Podríamos aprender jugando!

Los chicos comenzaron a murmurar, y al final, lograron un acuerdo: un día de actividades recreativas al mes.

Luego, Sofía, la más pequeñita de la clase, se animó a hablar.

- Yo quiero proponer que tengamos un día de juegos de mesa en el patio. Así podemos compartir y divertirnos juntos - sugirió tímidamente.

- ¡Eso sí! - gritaron varios de sus compañeros. - ¡Juegos de mesa para todos!

El Gran Consejo continuó, y las ideas fluían. Se propusieron muchas cosas, como un día de limpieza en el patio o un concurso de talentos. Todos parecían estar de acuerdo y ansiosos por poner sus ideas en práctica.

Pero justo cuando estaba empezando a parecer que todo iba a salir perfecto, Juan, un chico algo problemático, interrumpió con una sugerencia.

- Para el día de juegos, podríamos jugar a

"atrapar la bandera" en la clase de educación física, pero con algunos cambios... - dijo mientras se reía.

- ¿Y qué cambios proponés, Juan? - preguntó la profesora Laura, con curiosidad.

- Que en lugar de hacer equipos y jugar en un campo, ¡hagamos un "atrapar la bandera" en el aula! Sería más emocionante - gritó.

La idea no sonó tan divertida para algunos. Immediately, Lucas se mostró preocupado.

- Pero eso podría causar desorden en la clase. No queremos romper nada durante el juego.

- Es cierto, pero podríamos hacer reglas para que todos colaboren y no se arme lío - intentó decir Juan, pero ya había semillitas de conflicto plantadas en el aire.

El clima de alegría se tornó más tenso, y muchos comenzaron a murmurar en voz baja.

La profesora Laura decidió intervenir.

- Chicos, ¿qué tal si hacemos una ronda para escuchar qué piensan todos? Cada uno puede dar su opinión sobre la propuesta de Juan. - De esta forma, cada niño tuvo la oportunidad de expresarse y reflexionar sobre el juego en el aula.

Después de muchas voces, coincidieron en que no era una buena idea, pero también se dieron cuenta de que Juan tenía buenas intenciones y quería que todos pasaran un buen rato.

- Quizás podemos proponer alternativas, como hacer el juego en el gimnasio para que esté más seguro y no haya tanto riesgo de romper cosas - sugirió Ana.

Todos estuvieron de acuerdo, y Juan, por primera vez, sonrió. Finalmente, el Gran Consejo llegó a un cierre y se acordaron todas las propuestas que todos habían hecho.

Cuando terminó el día, todos salieron del aula con una sonrisa, sintiéndose parte de un equipo que había podido crear un espacio más divertido y amigable. Ahora la escuela no sólo tenía reglas, sino también ideas frescas y creativas que habían surgido del esfuerzo colectivo.

La profesora Laura observó a sus alumnos salir contentos y pensó: - Así se construyen las normas de convivencia en una comunidad, aprendiendo a escuchar y a convivir juntos.

Desde aquel día, el colegio San Pedro brilló más que nunca, no solo por sus normas, sino porque todos los chicos aprendieron que la convivencia se trata de respeto, comunicación y sobre todo, diversión compartida. Y así, con risas y juegos, los chicos disfrutaron del año escolar más inolvidable que jamás habían tenido.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!