El Gran Consejo del Bosque
Era un día soleado en el corazón del Caquetá, donde los árboles se alzaban como gigantes protectores y los rayos de sol jugaban entre las hojas. En este mágico lugar vivía un jaguar llamado Tigrón, conocido por su hermoso pelaje manchado y su gran corazón. Tigrón era el rey del bosque, pero también un amigo leal de todos los animales que habitaban allí.
Un día, mientras Tigrón paseaba por su hogar, notó que los pájaros cantaban menos y que los animales se veían preocupados. Se acercó a la tortuga Pantoja, un sabio anciano del bosque.
"Pantoja, ¿qué está sucediendo? Todos parecen tristes" - preguntó Tigrón con su voz profunda.
"Oh, Tigrón, la gente del pueblo ha empezado a talar algunos árboles para hacer más caminos. El bosque está gritando y los animales estamos muy asustados" - respondió Pantoja con tristeza.
Tigrón sintió un nudo en su pecho. Sabía que debía hacer algo para ayudar a proteger su hogar, así que reunió a los animales en un gran consejo. Todos llegaron: el alegre mono Pepe, la astuta serpiente Sombra, la colorida rana Riri y muchos más.
"Queridos amigos, hemos sido bendecidos con un hogar hermoso, pero ahora está en peligro. ¿Qué podemos hacer para proteger el bosque?" - dijo Tigrón.
"Podríamos hacer un plan y hablar con los humanos" - sugirió Pepe, dando saltos emocionantes.
"Pero, ¿cómo podríamos hacerlo? Ellos nos ven como criaturas salvajes" - respondió Sombra, temerosa.
"¡Yo sé!" - exclamó Riri. "Podemos hacer una gran celebración en el claro, donde los humanos puedan ver cuán maravillosos somos y lo importante que es nuestro hogar".
Todos los animales comenzaron a trabajar juntos. El búho organizó la música, las mariposas decoraron el claro con flores y los ciervos ayudaron a construir un escenario brillante. Tigrón fue el encargado de hacer el discurso.
Finalmente llegó el día de la celebración, y los humanos, curiosos, se acercaron al claro. Al principio miraban con desconfianza, pero pronto se dejaron llevar por la música y los colores.
Tigrón, nervioso pero decidido, se subió al escenario y comenzó a hablar.
"Queridos amigos humanos, somos los guardianes de este bosque. Les pedimos, por favor, que cuiden de nuestro hogar. Sin árboles, no hay vida. Sin vida, no hay futuro para nuestros hijos, ni para los suyos".
Los humanos escucharon las palabras de Tigrón y se miraron entre ellos, sorprendidos. Una niña del pueblo se acercó timidamente.
"¿Podemos ayudar?" - preguntó con una voz suave.
Tigrón asintió y sonrió.
"¡Sí! Juntos podemos plantar árboles y cuidar de este bosque".
A partir de ese día, los humanos y los animales del Caquetá trabajaron juntos. Plantaron miles de árboles y aprendieron sobre la importancia de proteger el ecosistema. Tigrón se convirtió en un símbolo de amistad y colaboración entre especies.
Con el tiempo, el bosque volvió a florecer y los animales recuperaron la alegría en sus corazones. La música del claro nunca dejó de sonar, y todos los días eran una celebración de la vida en el bosque.
Y así, gracias a la valentía de Tigrón y la unidad de los animales, el bosque del Caquetá continuó siendo un lugar mágico, lleno de vida y armonía. Y todos aprendieron que, cuando se cuida de la naturaleza, ella siempre regresa el favor con sonrisas, susurros y calor en el corazón.
FIN.