El gran corazón de Dino


Había una vez un dinosaurio llamado Dino que vivía en una casa muy pequeña.

Él era un Tiranosaurio Rex, el más grande y temible de todos los dinosaurios, pero su casa era tan pequeña que no podía moverse con facilidad. Un día, mientras se encontraba sentado en su sillón mirando por la ventana, vio a un grupo de niños jugando en el parque frente a su casa.

Dino siempre había querido jugar con ellos, pero nunca había podido salir de su casa debido a lo grande que era. - ¡Qué divertido se ve eso! -dijo Dino mientras observaba a los niños corriendo y saltando-. Yo también quisiera jugar con ellos.

Pero al intentar levantarse para salir de la casa, chocó contra las paredes y cayó al suelo. - Oh no... mi casa es demasiado pequeña para mí -se lamentó Dino-.

¿Cómo podré jugar con los niños si no puedo ni siquiera salir? Decidió buscar una solución y comenzó a investigar cómo podría agrandar su hogar. Buscó información en internet, preguntó a sus amigos dinosaurios e incluso contrató a un arquitecto para que le ayudara. Pero todas las opciones eran demasiado costosas o complicadas.

Un día decidió hablar con los niños del parque sobre su problema. Les contó lo triste que estaba porque no podía jugar con ellos debido al tamaño de su casa.

- No te preocupes, Dino -le dijo uno de los niños-. Nosotros podemos venir a tu casa y jugar contigo aquí adentro. Dino se emocionó mucho ante esta idea.

Así fue como empezaron a visitarlo cada tarde después de la escuela, y juntos jugaban a juegos de mesa, veían películas y hacían manualidades. - ¡Esto es genial! -exclamó Dino mientras pintaba un dibujo junto a los niños-. Ahora no importa que mi casa sea pequeña, porque siempre tendré amigos con quienes compartir mi tiempo.

Con el tiempo, Dino se dio cuenta de que su casa ya no era tan pequeña como antes. Se había llenado de risas, juegos y amistad.

Y aunque todavía no podía salir al parque para correr y jugar al aire libre, estaba feliz por tener amigos que lo visitaran en su hogar. Así fue como Dino aprendió que el tamaño de una casa no importa tanto como las personas con las que compartes tu vida.

Y desde entonces, siempre tenía la puerta abierta para recibir a sus amigos.

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